Últimamente, estamos acostumbrados a ver en los medios de comunicación tradicionales noticias de mujeres que denuncian abusos sexuales y agresiones por parte de famosos (actores, futbolistas, modelos, etc..). Escribo este texto en osoigo porque es hora de dar la vuelta a todo esto, de dejar de normalizar comportamientos machistas que atentan contra la vida de las mujeres y de consentir en espacios mediáticos importantes mensajes que avalan a los hombres y cuestionan la credibilidad de las mujeres que se atreven a denunciar. 

Hay un mensaje que circula desde hace mucho, pero que mucho tiempo e intenta difundir que muchas mujeres presentan denuncias falsas, no obstante, solo hay que basarse en los datos estadísticos para saber que esto no es correcto. Durante la última década se han presentado millón y medio de denuncias por violencia de género y de estas solo un 0,007% son falsas. ¿No estaría mejor acabar con el mito de las denuncias falsas?

He sido víctima de violencia de género y me he sentido juzgada en cada paso que he dado desde que decidí denunciar. Juzgada por mi entorno, familia, amigos, por supuesto, por la familia y amigos de mi pareja. Incluso me he sentido juzgada muchas veces por las autoridades, que eran quienes tenían que protegerme. Sigo en un largo proceso judicial, pero desde que saqué a la luz pruebas contundentes (me tocó hacerlo para que me escucharan) siento más el apoyo social de mi alrededor, que al fin y al cabo es uno de los más importantes. 

Lo que más rabia me da es saber que a ellos no les toca pasar por esto. Bajo mi experiencia, puedo decir que a él nadie le cuestionó su inocencia porque aparentemente es una persona que no haría daño ni a una mosca (típico argumento televisivo cada vez que unos vecinos dan declaraciones sobre el feminicidio que ha ocurrido en su finca). En cambio, una mujer siempre siempre tiene que explicar, demostrar, excusarse e incluso llegan a hacernos sentir mal por denunciar. 

Con todo esto solo quiero dar voz a lo que sentimos las mujeres que hemos sido víctimas de violencia de género o abuso sexual cada vez que escuchamos a alguien públicamente desacreditar nuestra versión pese a las pruebas que presentamos. Cada vez que se nos juzga televisivamente. Y cada vez que vemos desacreditada nuestra versión en un titular de un periódico.