Las trabajadoras del SAD (Servicio a domicilio) llevamos años precarizadas, una situación que con la pandemia no ha hecho más que empeorar. Hemos trabajado durante todo este último año sin el material adecuado, con escasas mascarillas, sin EPIS. Esto no sólo ponía en riesgo a personas tan vulnerables al virus como los ancianos o los enfermos, sino que también nos dejaba totalmente desprotegidas a nosotras, las trabajadoras. 

A esta situación de riesgo se suma que hemos estado trabajando sin tener planillas de jornada; ni semanales, ni mensuales ni anuales. Esto se traduce en que es imposible saber si se incluye el tiempo de desplazamiento entre un servicio y otro o el tiempo de comida o descanso computables ambos como tiempo efectivo de trabajo, tal como marca el convenio colectivo.

En vez de mejorar la situación de las trabajadoras, siguen contratando a gente nueva sin dar las horas que nos corresponden a las más de 50 personas que ya trabajamos. Hasta hace 5 años, cuando entró la ley de dependencia, cobrábamos más y teníamos unos derechos que no se podían tocar. No tuvimos más remedio que aceptar los cambios porque si no nos íbamos a la calle, pero el cambio de ley sólo nos ha precarizado más. Lejos de subirnos el sueldo a 15 euros, como se ha dicho, cobramos de media 5,70 euros la hora. Con este sueldo tan bajo y trabajando pocas horas y espaciadas en el día y en diferentes puntos de la ciudad es esencial para nosotras tener planillas y que se nos respeten los tiempos de desplazamiento y descanso. 

No podemos seguir así, exigimos unos derechos laborales básicos, no sólo para mejorar nuestra calidad de vida como trabajadoras, sino también para poder ofrecer un servicio de calidad a las personas que necesitan la ayuda a domicilio.