Pregunta para Senado
Las personas con discapacidad también podemos ser madres y padres, ¿por qué no se fomenta más el respeto a la diversidad y la inclusión con asignaturas, talleres y charlas en nuestro sistema educativo?
Me llamo Uxoa y tengo un 10% de visión y una pérdida parcial de audición en el oído izquierdo. De pequeña, tras pasar por distintos especialistas me diagnosticaron retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa que reduce mi visión poco a poco. Hace tan sólo un año, tras un estudio genético, los médicos “afinaron” el diagnóstico y lo actualizaron por una amaurosis congénita de Leber.
Aunque saber el nombre y los apellidos de lo que pasa ayuda en los tratamientos y terapias que necesito, siempre he intentado tener una vida normal. He formado una familia con mi pareja y siempre he salido adelante a pesar de mis limitaciones de visibilidad aunque me sigo encontrando a estas alturas con episodios de falta de empatía por tener esta discapacidad visual y auditiva.
Recuerdo todavía cómo durante mi embarazo me topé con una ginecóloga que llegó a poner en duda mi capacidad para ser madre por mis problemas de visión. Además de intrusivo resultó descorazonador que una profesional médica tuviera esa perspectiva tan cerrada y tan alejada de la realidad diversa en la que vivimos. Mis problemas de visión no me inhabilitan para ser madre, cada discapacidad es diferente y todas y todos las sobrellevamos con más y menos esfuerzo según la situación.
A estas alturas todo el mundo debería saber que las personas con discapacidad también podemos ser madres y padres y llevar una vida familiar, social y laboral lo más plena posible. Pero sigue haciendo falta despertar conciencias y contar realidades como la mía. Como todo, es cuestión de educación y respeto que aprendamos que vivimos en un mundo diverso, donde cada persona tiene unas capacidades y realidades distintas.
Lo veo con mi hijo pequeño en casa, él tiene totalmente naturalizado que a veces necesito su ayuda para pequeñas tareas por mis problemas de visión. Para que todos y todas tengamos naturalizadas estas situaciones sería necesario que la educación que reciben nuestros hijos e hijas en las escuelas contemplara este respeto hacia la diversidad y la inclusión desde bien pequeños. Cuanto antes sepan que viven en un mundo de diversidad antes aprenderán a naturalizarlo e integrarlo como un conocimiento más. Así quizás las situaciones de falta de empatía con las que me he tenido que enfrentar sean pronto cosa del pasado.
Por eso me gustaría reclamar a las instituciones que se implicaran por invertir más en asignaturas, charlas o talleres que complementen la educación en este sentido. Y no hablo solo de charlas teóricas sino de sesiones en las que puedan conocer en primer persona cómo es la vida de las personas con discapacidad, para que puedan empatizar y comprender desde la cercanía.
Lanzo esta petición como granito de arena para conseguirlo y cuento con vosotros para lograrlo: firmando y compartiendo podremos conseguir respuestas y compromisos de las instituciones con la diversidad y la inclusión.