Elevar la edad de consumo de alcohol es un retroceso en derechos de la juventud, además de una medida inútil
Hola, Paco.
Este es un tema bastante complejo, en tanto en cuanto hablamos de algo tan delicado como el consumo de alcohol por parte de personas menores de edad, lo cual es, y seguirá siendo, una realidad en nuestra sociedad. Lo que debe plantearse una administración pública, y sobre todo sus dirigentes políticos, es cómo afrontar estas realidades sociales, cómo enfrentarlas y cómo mitigarlas, si es posible, siempre desde la coherencia con el resto de políticas públicas que impulsa o defiende esa misma administración.
De este modo, no resulta comprensible que la medida adoptada para mitigar el consumo de alcohol en jóvenes de 16 y 17 años sea la prohibición, ni desde el punto de vista de la efectividad de la medida, ni desde el punto de vista de la coherencia política de la misma. Ningún joven va a dejar de consumir alcohol por el hecho de que esté prohibida su compra; siempre encontrará algún amigo o amiga que le facilite el acceso al mismo, y, como tú dices, que no pueda adquirirlo de forma oficial puede derivar en el consumo de alcohol de peor calidad, que sea aún más perjudicial para su salud. Todos coincidimos en que no es deseable en consumo excesivo de bebidas alcohólicas por parte de jóvenes de 16 y 17 años, pero las medidas de la administración en este aspecto deberían ir encaminadas a la educación en consumos responsables, no a la prohibición.
Pero lo peor de esta medida es lo incoherente que resulta con otras posturas políticas, tanto de la FSA-PSOE como del Gobierno del Principado. Los socialistas asturianos defendemos, como no puede ser de otro modo, la libertad, la autonomía, la madurez y el derecho de una mujer joven, de 16 ó 17 años, a decidir libremente sobre su maternidad. Defendemos la autonomía de los jóvenes para emanciparse antes de la mayoría de edad, y también su capacidad para el trabajo. Defendemos también la ley de autonomía del paciente del año 2002, aprobada por el PP, que establece la mayoría de edad sanitaria en los 16 años. Pero, sin embargo, defendemos ahora que un joven de esa edad no puede tomarse una cerveza después de salir de trabajar, o que no tiene la madurez suficiente para darse cuenta de que un consumo excesivo de alcohol es perjudicial para su salud.
En mi opinión, y resumiendo todo lo anterior, esta medida es inefectiva e injusta, y supone un retroceso en el reconocimiento de los derechos y la autonomía de los más jóvenes, además de una quiebra en la coherencia del discurso socialista.
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