Pregunta para Parlamento de La Rioja
Padecí un Linfoma de Hodgkin y actualmente estoy en remisión completa. Afronté un autotrasplante de médula ósea con miedo debido a la poca información que tenía. ¿Por qué no se fomentan las campañas de información y concienciación sobre los trasplantes?
Me llamo Virginia y vivo en Santo Domingo de la Calzada, un pueblo muy bonito de La Rioja. Hace dos años empecé a padecer sudores nocturnos, cansancio extremo, episodios de fiebre, picores en las piernas, etc. Me visité con mi médico de cabecera, que determinó que los síntomas podían ser derivados de alergias. Me hicieron las pruebas y todas salieron negativas. Justo entonces me tocaba hacerme un reconocimiento médico para el trabajo. El médico que me atendió me palpó y me detectó un bulto en el lado izquierdo del cuello. El médico de reconocimiento me derivó de nuevo a mi médico de cabecera, que me mandó con el hematólogo. Este mismo día me visité con el último, que consideró que tenían que practicarme una biopsia en el ganglio para determinar que no se tratara de un problema grave. Después de la biopsia, también me hicieron pruebas como escáneres, PET, etc. al cabo de tres días me llamaron para que fuera al hospital.
Allí me anunciaron que me habían diagnosticado un Linfoma de Hodgkin que estaba expandido por todo el cuerpo. En este sentido, también me informaron de que necesitaba empezar a recibir quimioterapia de inmediato. Y así empecé con un tratamiento que duró seis meses. Cada 15 días me hacían una sesión, y en total me practicaron 12. A mitad del tratamiento me hicieron un escáner y determinaron que todo estaba funcionando bien, pero cuando me practicaron el escáner de final de tratamiento me anunciaron que el linfoma no solo no se había ido, sino que había crecido. Tuvieron que hacerme otra biopsia para analizarlo y determinaron que seguía siendo un Linfoma de Hodgkin que el tratamiento no había conseguido atacar.
Tuve que someterme, entonces, a otro tratamiento de quimioterapia. Este consistía en, cada 21 días, pasar cinco días ingresada recibiendo quimioterapia durante 23 horas al día. Este tratamiento fue muy duro. Me convertí en una persona postrada en una cama, no me valía por mi misma. Recibí tres sesiones de este tratamiento y finalmente me practicaron un autotrasplante. Me daba miedo someterme a ello porque se trataba de un aspecto que dependía, mucho más, de mi propio cuerpo. Me quitaron células madre mientras me hacían quimioterapia y después de un mes y medio me sometí al autotrasplante. Tuve que estar 28 días ingresada en el hospital, de los cuales durante unos 16 tuve que estar aislada. Me tuve que preparar mucho mentalmente, pero cuando ya estaba allí, llegué al punto de ver cada día como una nueva oportunidad. El día 3 de diciembre volví a nacer.
El autotrasplante me dejó un poco de mucositis, las defensas bajas, un poco de fiebre, etc. pero enseguida remonté, el 22 de diciembre pude volver a casa y el día de reyes ya pude salir. A partir de este momento, he tenido que hacer frente al día a día. He ido cogiendo fuerzas y actualmente estoy con revisiones y con un tratamiento de mantenimiento. Cuando me anunciaron que tenían que practicarme un autotrasplante de médula ósea me asusté mucho básicamente porque no sabía de qué trataba la práctica. También por todo lo que me contaron que conllevaba el autotrasplante. Considero que es muy importante que se empiecen a hacer campañas de concienciación, de visibilización y sobre todo de información sobre lo que son los trasplantes y por qué es importante ser donante en el caso de los trasplantes alógenos.
Es por esto que me dirijo a los políticos del Parlamento de La Rioja, ya que son quienes me representan, para preguntarles, exactamente: ¿Por qué no se fomentan las campañas de información y concienciación sobre los trasplantes de médula? Es muy necesario que la gente sea consciente de lo necesarios que son y que vean la realidad de la práctica. Hay que fomentarlos.