Soy Weimar Querubín, rector de la Institución Educativa Eduardo Aguilar del municipio de Yolombó, Antioquia, que alberga 1500 estudiantes. Desde hace seis años, con la convicción de generar estilos de vida saludables en los niños y jóvenes del municipio, que en ocasiones presentaban sobrepeso o malnutrición y no rendían en sus actividades académicas, creamos el programa ‘Un colegio saludable para una mejor calidad de vida; sanos y bien alimentados se aprende mejor’.

Al revisar por qué los alumnos no comían de manera balanceada, encontramos que ellos, así como los docentes y las familias, desconocíamos las propiedades y beneficios de los alimentos e ignorábamos que en la tienda escolar había productos como gaseosas y paquetes, que resultaban perjudiciales para la salud por los excesos de grasas, sal o azúcar. 

Entonces nos pusimos a la tarea; una exitosa tarea, diría yo, porque lo que inició como una preocupación, hoy es un proyecto transversal en la institución, del que niños y adultos se apropiaron. Lo cierto es que este ambicioso plan de generar estilos de vida saludables necesita esfuerzos, no solo de nuestra institución, sino también de los entes municipales y nacionales encargados de la alimentación escolar.

Nuestras energías se quedan cortas si las entidades no replican este tipo de ideas y si no nos respaldan con insumos, personal y capacitación. En este sentido, como líder de la comunidad educativa, le pregunto al Congreso de la República: ¿Por qué el Programa de Alimentación Escolar no brinda las condiciones necesarias para que los colegios rurales ofrezcan alimentación saludable?

Invito a los colombianos interesados en la nutrición y educación de nuestros niños y jóvenes a que sigan leyendo nuestra historia, apoyen y compartan esta petición. Si conseguimos 350 firmas, obtendremos respuesta en Osoigo Colombia. 

Un colegio saludable para una mejor calidad de vida

¿Cómo lograr que una institución completa le diga NO a la comida chatarra y a las bebidas azucaradas? Con sensibilización, motivación y un trabajo articulado. Para iniciar, implementamos el ‘martes de solo jugos’, para lo cual dejamos a un lado el convenio que teníamos con una embotelladora de gaseosas. 

Luego, desmontamos de la tienda escolar la comida chatarra, con grasa o con altos niveles de sal y azúcar. Para reemplazar estos productos, promovimos el consumo de frutas, verduras y una buena hidratación con agua. 

Ha sido un proceso gradual. Hubo momentos en que los niños camuflaban las gaseosas o pedían permiso para ir a comprarlas; sin embargo, conseguimos sacar ese tipo de productos e involucrar, poco a poco, a las familias, que han participado de los talleres ‘saberes y sabores’ donde les damos ideas para elaborar loncheras saludables en casa, con una inversión baja y con ingredientes que se consiguen fácilmente en cualquier tienda. 

De esta manera, creamos una política institucional, desde la que todos los docentes organizan sus clases y a partir de la cual les enseñamos a otras instituciones educativas de la región.

Actualmente trabajamos desde tres tópicos: comida sana, cuidado de la salud y práctica deportiva. En ese sentido, educamos a los niños y sus familias para que coman frutas y verduras de todos los colores, celebramos la semana de los estilos de vida saludables, y con la pandemia de COVID-19, instruimos a la comunidad educativa para que compartiera desayunos nutritivos en casa.

Estamos seguros de que esta iniciativa ha fomentado un mejor aprendizaje, pero no lo podemos hacer solos. Requerimos que el ente territorial, responsable de ejecutar los recursos de alimentación escolar, garantice un mejoramiento exponencial para continuar con el sostenimiento de este proyecto; es decir, con el pago del personal de la cocina, así como insumos, capacitación y acompañamiento para replicar este trabajo en otros colegios. La vida saludable no es cuento, es real. 

Firma y comparte esta petición de la Institución Educativa Eduardo Aguilar para que nuestro proyecto sea compartido y la alimentación de los estudiantes colombianos sea completa y balanceada. Recuerda: no se engorda porque se come mucho, sino porque se come mal.