Soy una madre como todas, tengo 60 años, resido en Los Andes y vivo a diario una incertidumbre con la forma en que vive mi hijo por la sencilla razón de tener una patología dual, es decir, psicosis paranoide y, además, es dependiente del cannabis, que este es el resultado de cómo se aborda la salud mental en Chile, especialmente la esquizofrenia.

Mi hijo, hoy de 30 años, fue diagnosticado cerca de los 13 años de un trastorno de personalidad con un camino hacia la esquizofrenia, después de mucho ir y venir tuve que recurrir a médicos destinados a una elite, ya que por los costos eran para una minoría. Desde niño yo notaba pequeñas actitudes en él que me hacían intuir que podía haber algo de fondo. Mi corazón de madre algo me advertía, a pesar de que siempre lo más fácil es obviar aquellas cosas que podrían darnos problemas, sin embargo, dada mi intuición iniciamos tratamientos desde los 7 años. A partir de esta experiencia es que hemos constatado en primera persona el abandono de la salud mental en Chile.

Cuando mi hijo era niño contábamos con una buena situación económica que nos permitió tomar tratamientos en salud privada, tal como lo describo anteriormente, y conjuntamente con eso pudo acceder a un colegio terapéutico para que su desarrollo fuese más adecuado, sin embargo, al igual que con la salud, los niños, niñas y adolescentes que podían acceder continuaban siendo un grupo selecto.

Cuando nuestra situación económica cambió, vivimos la otra cara de la situación, accediendo a servicios del Estado y dándonos cuenta de que el sistema público de salud no está preparado para abordar las patologías de salud mental con la altura de miras que se requiere, con atención integral y sin estigmatización.

La esquizofrenia paranoide y los trastornos asociados a la psicosis los puede desarrollar cualquier persona, pues si bien existen factores genéticos, si se genera una situación traumática esta puede ser detonante de alguna enfermedad mental. En cada una de nuestras familias esta situación se podría dar, por lo tanto, debemos quitar el estigma de verlo como un problema que solo pueden tener otros, y nunca nosotros.

Junto a ello, estas personas son altamente vulnerables al consumo de marihuana por el efecto tranquilizante, pero lo paradójico es que agrava el estado de salud; tal como ha ocurrido en el caso de mi hijo, que generó una adicción y un agravamiento de la patología. Hoy si bien lleva un tratamiento, no existe un seguimiento de parte de los dispositivos que se encargan de estas patologías, solo se logran a medias, por cumplir con una normativa ya caduca de los centros de salud mental. Los familiares no pueden intervenir porque estas personas tienen “DERECHOS”, QUE POR CIERTO ANTE LA LEY JUDICIAL NO TIENEN NINGUN EFECTO, por  tanto, como familia y grupo de apoyo no es mucho lo que podamos hacer en el sentido de poder llevarlos a centros que tengan residencia y cuidados que necesitan para su estabilización, la única forma es judicializarlos. Esto también es paradójico, ya que ante la ley son normales como cualquier otra persona que comete un acto delictivo, sin embargo, sus derechos son vulnerados e inexistentes ya que se les tratan como cualquier delincuente común.

Por eso le pregunto a las autoridades pertinentes: ¿Cuándo se invertirá en estudios y recursos de apoyo para los pacientes que viven con esquizofrenia paranoide y se reconocerá que la drogadicción es una enfermedad muy ligada a estos espectros que se nos presentan como dualidad?

¿Cuándo se invertirá también en dispositivos de vivienda, seguimiento de la enfermedad y creación de talleres, ya sea de carpintería, jardinería, etc, para que las personas sean útiles en la sociedad? Porque si bien es cierto sufren una patología, no es menos cierto que no tiene nada que ver con el coeficiente intelectual, son altamente capaces de desarrollar una actividad.

El problema de ellos es que ven la realidad de manera muy distinta a la que comúnmente vemos la mayoría de las personas.

Lamentablemente, hoy en Chile no hay recursos para tratar a estos pacientes de forma integral, ya que no tienen consciencia plena de sus actos. Muchas veces dada la falta de información sobre la enfermedad las personas no son diagnosticadas a tiempo y, por el contrario, la enfermedad se manifiesta o se agrava dada la ausencia de atención y mala prensa que existe ante esta enfermedad.

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