Pregunta para Cámara de Diputadas y Diputados de Chile
¿Qué hace falta para aprobar la Ley Adriana, proyecto que protege la salud a corto, largo plazo y garantiza el derecho de las mujeres a un parto respetado?
Soy Yaritza Uribe, mujer, madre, matrona y asesora de lactancia. Cuando era estudiante y tuve mis primeras prácticas, me tocó ver algunas cosas que me chocaron e impactaron respecto al trato de las mujeres en trabajo de parto. Yo venía de la universidad con la idea de que las mujeres podían comer, moverse y tomar agua, entre otras cosas, mientras estaban por dar a luz. Pero no fue así, me tocó ver a muchas mujeres anestesiadas, acostadas, sin poder moverse y en muchos casos sin poder tomar un sorbo de agua. Recuerdo una vez que le pregunté a una matrona a cargo si podíamos usar una pelota de pilates, pero me dijo que yo estaba loca, que eso era para personas que tienen otra mentalidad, que las mujeres chilenas no estaban preparadas para eso.
Todas estas situaciones desmotivan, pero te vas acostumbrando, porque mientras más vas compartiendo en ese medio, vas normalizando ciertas cosas y situaciones. Si bien de a poco se ha ido avanzando en entregar una atención más respetuosa, el sistema de salud sigue inmerso en un modelo biomédico, tecnocrático y paternalista, donde los equipos médicos están muy por encima de las mujeres.
Hoy las universidades vienen con un modelo más humanista, el que considera a la mujer como ser humano, que viene con un contexto social que puede repercutir en su trabajo de parto y al que hay que prestarle atención, versus este modelo biomédico que ha imperado en nuestra sociedad y que considera a la mujer sólo como un cuerpo que va a entregar un producto: la guagua; igual como si fuese un sistema de fábrica. En ese sentido, hace falta un cambio de paradigma para acompañar el trabajo de parto.
En 1985 la Organización Mundial de la Salud entregó una serie de recomendaciones en cuanto a la atención del parto, donde aparecían cosas como el movimiento, la ingesta de líquidos, el no realizar procedimientos de rutina, pero ahí quedó. Cuesta mucho cambiar el modelo biomédico, porque en el fondo hay que transformar toda la estructura y la mentalidad.
Por otro lado, si pensamos en las diferencias entre el sistema público y privado, podríamos decir que el privado es más perverso. Uno siempre cree que es mejor porque estás pagando y eso garantizaría una buena atención, pero es el mismo sistema biomédico disfrazado con hotelería. Hacen millones de cesáreas injustificadas, entre otras cosas. Si bien, ahora hay algunos equipos que están con la mentalidad del parto respetado, pero no son la mayoría.
Yo tengo la fortuna de trabajar en un hospital donde hemos implementado este modelo más humanista, pero ha costado, en un principio no se entendía bien y no teníamos el apoyo suficiente. Lo bueno es que esto fue cambiando y hemos logrado establecer varios protocolos con manejos más respetuosos. Pero en general, en el resto de hospitales, estamos súper atrasados y esto también tiene que ver con que el sistema está colapsado, desde antes del covid-19, y nuevamente, sigue imperante el modelo biomédico.
Durante el último tiempo el concepto de parto respetado ha tenido cierto auge y lo peligroso es que hay equipos que te venden el tema, pero a la hora de implementarlo no pasa nada.
La idea que buscamos instalar con el parto respetado es de respetar los procesos fisiológicos, el funcionamiento del cuerpo humano, respetar a la mujer y sus decisiones, porque muchas mujeres tienen ciertas expectativas sobre cómo quieren sea su parto y eso tiene que ser conversado con el equipo de salud, trabajarlo, ver si es factible y si no, qué plan b se puede implementar, pero siempre escuchando a la mujer.
El parto es un proceso natural, que se lleva a cabo en un contexto de salud, no de enfermedad, y ese proceso se va a dar de manera espontánea, hay que dejarlo ser para que fluya, a menos que algo se altere. Pero por el contrario, se consideran los partos como si fueran todos de alto riesgo o como una enfermedad, medicalizando y así no permitimos que se dé de forma natural.
Lejos de ser una moda, hay evidencia científica que avala lo que planteamos con el parto respetado. En esa línea el proyecto de Ley Adriana, que por suerte se retomó, es un proyecto que viene a proteger la salud a largo plazo. El nacimiento de nuestros hijos es un momento trascendental y si tienes una experiencia traumática, puedes no querer volver a tener hijos o desencadenar una depresión post parto, puede interferir en la lactancia, entre otras cosas. Por lo tanto, no es un capricho, ni un proyecto que busque criminalizar a los equipos médicos, sino garantizar una atención respetuosa y libre de violencia.
Es absurdo necesitar una ley para que te traten bien y dignamente, pero por los marcos en que hoy se rige el sistema de salud es importante. Y considerando la tardanza en sacar adelante esta ley, me pregunto si las y los legisladores se han dado el tiempo de entender de qué se trata este proyecto y la urgencia que tiene, estamos hablando del nacimiento de las futuras generaciones y el derechos de las madres.
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