Me violaron en una discoteca de Madrid hace dos años. ¿Qué están haciendo los locales para protegernos?
Hace dos años fui víctima de una agresión sexual por parte de un trabajador de una conocida discoteca de Madrid. Me obligó a hacerle una felación en el baño. A la hora de poner la denuncia, el local no estuvo demasiado colaborativo, no facilitó la identificación del agresor. ¡No vamos contra el ocio nocturno, pedimos que nos ayuden a sentirnos seguras y protegidas!
En un momento de la noche un amigo y yo comenzamos a besarnos y decidimos entrar en una de las cabinas del baño de hombres para mantener relaciones. Poco tiempo después un trabajador de la discoteca irrumpió en el aseo y sacó a mi amigo de malas maneras. Sin embargo, a mí me metió en la otra cabina, me sentó en el retrete, se desabrochó los pantalones, me cogió fuertemente de la nuca y actuando contra mi voluntad, me forzó a hacerle una felación. Mi amigo al ver que no salía me llamó y aunque no pude responderle por la situación en la que me encontraba, comencé a forcejear y logré escaparme de él.
Cuando por fin conseguí salir, mi amigo me sacó de la discoteca, se lo conté a dos amigas y las cuatro fuimos directas a poner la denuncia. En comisaría nos tomaron declaración tanto a mi amigo como a mí y me mandaron al médico forense para recoger unas pruebas de mi boca. Al día siguiente cuando me vi los moratones también tuve que volver al hospital para hacer un parte de lesiones.
Pasaron meses tomándome declaración. Me hicieron revivir lo mismo una y otra vez, en el hospital, en comisaria, frente a un juez. Con preguntas incómodas e intimidantes que cuestionaban mi credibilidad. Incluso llegué a sentirme culpable por lo que me había pasado.
Si bien la discoteca se mostró colaborativa al inicio, no puso ninguna facilidad para identificar al agresor. Se cubrió de abogados y ni siquiera dejaron ver a los agentes de policía las grabaciones de esa noche, alegando razones técnicas. Como no había imágenes claras, el agresor negó los hechos.
Creo que es importante que el sector del ocio nocturno se ponga de nuestra parte en estos casos. Es lamentable que los locales no tomen medidas ni siquiera cuando se implica a sus propios empleados. Tendrían que responsabilizarse más.
Me ha dejado secuelas de por vida. Cuando pedí atención psicológica por la Seguridad Social, tardaron meses en atenderme. Esto no puede seguir así, las víctimas de abusos sexuales, violaciones o violencia de género deberían de tener una atención urgente para trabajar el trauma.
El juicio se celebró finalmente este año y conseguimos que el agresor se mantuviera en prisión, pero ¿cuántos se han librado? ¿Cuántas no han ido a denunciar por miedo a ser juzgadas o cuestionadas? ¿Por qué de primeras invalidamos el testimonio de las víctimas y les hacemos revivir la historia una y otra vez?
Creo que esto es un problema de la sociedad en su conjunto. Deberíamos empezar a erradicarlo desde colegios e institutos, ya que en la infancia y la adolescencia comienzan las primeras experiencias, transformándose en conductas de abuso infantil y acoso sexual en la madurez. En caso de que se dé una situación similar a la mía, tenemos que mejorar la atención de las víctimas. No podemos animarlas a denunciar y después dejarles sin protección alguna. Es un proceso tan largo y difícil que muchas no logran llegar hasta el final. Necesitamos que el ocio nocturno sea seguro para todas y lo necesitamos YA.