Hola, 

Soy Yolanda y tengo 47 años. Hace 18 meses me diagnosticaron un cáncer de mama estadio IV. Desde entonces llevo luchando contra él. En esta lucha me ha acompañado el motor de mi vida, un motor que tan solo tiene 17 años, mi hija Marina. Gracias a ella he sabido sacar una sonrisa y mirarlo con humor. También de mi otra mano me ha acompañado mi pareja. 

A la hora de mi diagnóstico, doy gracias a la insistencia de mi hija Marina. Y es que, como muchas otras mujeres, en casa comencé a notarme algún que otro bulto. Unos bultos que eran necesarios empezar a mirar. Cuando fui a la ginecologa, me aseguraron que eran unos bultos, pero que no me preocupase que eran buenos, pero que si me quedaba más tranquila me pinchaban. Salieron tres jeringuillas y me aseguraron que no me preocupase que volviese a otra revisión al siguiente año. 

Pero no me quedé tranquila, y al ver que seguía teniendo bultos y que sospechosamente uno que era muy pequeño iba creciendo velozmente, se lo comenté a mi hija. Yo le aseguraba que no podía ser nada, pero ella me insistió en volver a la consulta. Un mes más tarde de la primera consulta antes mencionada, me pincharon y esta vez no salió nada y la cara de la ginecóloga era un poema. 

Todo fue súper rápido, me operaron llegando incluso a la parte de los ganglios. Tuve la suerte que me lo cogieron rápido porque el tipo de cáncer que padezco es muy agresivo. Tuve mis sesiones de quimioterapia y radio, y he tenido la suerte de entrar en el estudio del Ribociclib. Un tratamiento que me subvenciona la farmacéutica y que está funcionando muy bien en mujeres con cáncer de mama metastásico. 

Aunque haya terminado el tratamiento más fuerte, y se supone “que mi bicho está dormido en alguna parte”, no significa que esto haya acabado, me quedan cuatro años más de tratamiento e incertidumbre hasta saber que estoy limpia completamente. Pero para más inri desde enero sigo esperando una consulta con un nuevo oncólogo ya que el mío se ha ido. Además de saber que desde hace un año ya tengo dos bultos, en el pecho izquierdo, el bueno, de grado 3, que son buenos, pero después de mi experiencia no estoy para nada segura. Y en el derecho, el operado, tengo un seroma.

Algo que yo desde luego siempre he intentado llevar con humor y de la manera más natural posible. Toda una experiencia que he recogido en mi libro ‘El olor del amanecer’, donde aporto una forma de afrontar lo más duro con fuerza, esperanza y sin perder la sonrisa.

Pero durante todo este proceso me he encontrado que no existe ningún tipo de ayudas en las secuelas y las necesidades que vienen ligadas con los fuertes tratamientos. No existen ayudas para todo lo que hay detrás. Cosas tan importantes como cosmética especial para los pacientes de oncología, como la crema para el pecho y las secuelas de la radioterapia que cuesta unos 80 euros. O los sujetadores especiales para después de la operación del cáncer de mama que son unos 180 euros. O incluso el manguito para el linfedema, una media que simula una segunda piel. No solo eso sino pañuelos, las cejas, las pestañas, tatuajes… Son cosas que los pacientes necesitamos y que nos tenemos que buscar la vida, ya que la baja además suele ser menor a nuestro sueldo íntegro, cuando tenemos más gastos. 

Por eso me dirijo a los políticos de las Cortés de Castilla y León que son los que me representan. A estos les pregunto ¿Cuándo se van a subvencionar los tratamientos o herramientas necesarias para lidiar con los efectos que generan sobre el cuerpo los tratamientos de quimioterapia y radioterapia? ¿En el 2021 tienen previsto financiar este tipo de cosas de las que tan poco se hablan pero tan necesarias y costosas son para los pacientes oncológicos?

Os ruego que me ayudéis a difundir y firmar esta campaña por todos tus grupos y contactos de WhatsApp y Redes Sociales. Si conseguimos 500 apoyos, esta pregunta llegará a los distintos partidos políticos de las Cortés de Castilla y León, teniendo  la obligación de darnos una respuesta.