Me llamo Aida, soy de Madrid, tengo una hija de tres años y, aparte de mi trabajo, también me dedico a asesorar a otras madres sobre la lactancia. Todo empezó cuando acababa de tener a mi hija. Mi experiencia con la lactancia empezó siendo muy dura: grietas, obstrucciones, mal agarre del bebé… Para mí fue un tormento, y llegué al punto de tener que decidirme entre dejar de darle el pecho o buscar ayuda.

Entonces encontré un grupo de lactancia, conocí a una asesora, y gracias a ella salvé mi lactancia. Si no fuera por ella, seguramente no habría dado el pecho a mi hija durante el tiempo que quería. Empecé a acudir al grupo semanalmente para compartir experiencias con otras madres. Esto me ayudó a ver que no era la única a quien le estaban pasando ciertas cosas, como la salida de los dientes, la vuelta al trabajo o la introducción de la alimentación. Como mi asesora vio que me involucré mucho con el grupo y que ayudaba a otras madres, me propuso formarme como asesora para seguir la labor en el grupo que ya estaba formado, y acepté.

Los conocimientos que he ido adquiriendo y las experiencias que he ido viendo de otras madres, aparte de la mía, me ha hecho ver que tanto la lactancia como la maternidad en general se puede vivir de muchísimas formas distintas, y todas se deben respetar. Por mi parte, lo que siempre digo es que cada una debe encontrar el camino que le sea más fácil para ella, para su bebé y para su familia, pero siempre habiéndose informado previamente.

Por ejemplo, aunque personalmente recomiendo la leche materna antes que la leche de fórmula, cada madre se encuentra en unas circunstancias por las que se decantará por una opción u otra, sabiendo las ventajas e inconvenientes de cada una. Por un lado, la leche materna es más adecuada para la nutrición y el desarrollo del bebé, ya que está hecha exclusivamente para él, pero implica mucha más dependencia por parte de la madre y esto puede afectar a nivel físico y psicológico; por otro lado, la leche de fórmula no es tan específica para el bebé, pero en cambio permite a la madre tener más libertad y flexibilidad. Yo nunca juzgaré la decisión que una tome, pero siempre recomendaré que lo haga con la información en la mano.

El problema de la lactancia materna y la crianza es que muchas personas no están informadas o actualizadas al respecto, a veces incluso el personal sanitario. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia exclusiva hasta los seis meses, independientemente de si es materna como de fórmula. Sin embargo, hay profesionales de la salud que no están actualizados y recomiendan tomar papillas antes de tiempo, como me ocurrió a mi.

A nivel social, también hay prejuicios hacia la lactancia materna basados en mitos sin fundamento. Hay muchas madres que dan el pecho a sus hijos de más de dos años y no se sienten cómodas para hacerlo en el espacio público, por miedo a sentirse juzgadas o señaladas. El destete puede ser natural (el bebé cada vez demanda menos) o forzoso (la madre decide poner fin), y puede producirse en una variedad de edades mucho más amplia de lo que se piensa. Hay mucho prejuicio hacia la lactancia prolongada, y cada una es libre de escoger lo que le vaya mejor tanto a ella como al bebé.

Ante esto, me quiero dirigir a los miembros de la Asamblea de Madrid, ya que soy de la Comunidad de Madrid y son mis representantes en dicha cámara, para que haya más campañas de concienciación e información sobre la lactancia materna y la crianza, dirigidas tanto al personal sanitario como a la sociedad, para que cada mujer sea libre de llevar la maternidad como le convenga, sin miedo a ser juzgada o señalada.

Ser asesora me ha abierto todo un mundo: me ha ayudado a llevar mejor mi maternidad, a conocer otros casos, a empatizar con otras madres, y a tener un conocimiento sólido con el que sentirme segura cada vez que tomo una decisión. Por eso es importante fomentar el conocimiento en este campo para combatir los mitos y prejuicios que hay alrededor.