Pregunta para Senado
Durante mi hormonación, tuve que escuchar una y otra vez cómo me trataban en femenino, cuando me reconozco abiertamente como un hombre trans. ¿Cuándo se crearán protocolos de atención en las instituciones que respeten a la comunidad trans?
Me llamo Alan, tengo 25 años y vivo en Gerona. Soy un hombre trans, pero reconocerme como tal fue un proceso de muchos años. Siempre sentí que no encajaba, que algo pasaba conmigo, pero no era capaz de ponerle nombre. Gracias a las redes sociales, conocí a figuras trans que me hicieron decir: ¡Ostras, es qué creo que soy igual que ellos!
Hoy, utilizo mis redes para visibilizar mi vida como trans, con la esperanza de poder ser ese apoyo para aquellos que están descubriendo su identidad.
A los 21 años comencé mi transición. Entre todos los desafíos que me encontré, el principal fue la burocracia. Para poder hacerme una mastectomía en la sanidad pública había una lista de espera de varios años, por lo que decidí recurrir a la privada, en una operación que me costó casi 6 mil euros.
Sin duda, dónde más trabas me he encontrado es en el mundo sanitario. A pesar de que pude cambiar mi nombre en la tarjeta sin mucho problema, durante un año tuve que escuchar como mi enfermera se refería a mí aún en pronombres femeninos. Me sentía incómodo, avergonzado y cabreado, ya que me estaba administrando hormonas para mi transición. Ella sabía exactamente el proceso en el que estaba, pero no lo respetó.
La comunidad trans se ve expuesta a este tipo de situaciones constantemente. Por lo mismo, quiero pedir a los miembros del Senado que se establezcan protocolos de atención a las personas trans en las instituciones, especialmente en los centros sanitarios. A pesar de que hay profesionales que están educándose al respecto, debería asegurarse esta formación para que exista un trato respetuoso hacia nosotres.
Para las personas trans que puedan verse expuestas a vivencias similares, quiero pedirles que no se queden calladas. ¡Hay que hacer ruido! No aguanten tratos discriminatorios, porque si todas nos quejamos, la sociedad tendrá que cambiar.