Soy Alex Cantón y soy rider en la empresa Just Eat. A mis 25 años tengo una carrera universitaria en Ciencias Políticas y un máster, pero debido a la situación laboral actual hace un año decidí comenzar a trabajar como repartidor. A priori fue algo que empezó bien, pero según ha ido incrementando la producción, también han ido empeorando nuestros derechos laborales.

Nuestro horario está basado en las necesidades de producción del momento, por tanto, pasamos a ser “pseudoesclavos” con horarios rotativos de lunes a domingo, trabajando tanto por la mañana como por la noche 6 días a la semana. Por esto, la conciliación familiar es prácticamente imposible. Al ver todas las deficiencias y el descontento general, decidí contactar con la CNT y a partir de ahí, me nombraron delegado sindical. Lo que no sabía es que me traería consecuencias negativas en la empresa.

Hace un mes, la misma semana que se me nombró delegado sindical, recibí una amonestación por parte de uno de los coordinadores de Just Eat por llevar la mochila entre las piernas en vez de llevarla colgada a la espalda. Los rider llevamos pedidos muy pesados que cargados durante tanto tiempo han llegado a suponer a compañeros lesiones crónicas. Además, a día de hoy no hay ningún código disciplinario en el que se indique que se debe llevar la mochila colgada, pero dijeron que era por prevención de riesgos laborales y fui amonestado injustamente. 

Todos los intentos de negociación con la empresa que hemos tratado de llevar a cabo han sido rechazados, no se nos está teniendo en cuenta a nivel de sindicatos como UGT o CCOO. Trabajamos 3 horas divididas entre la mañana y la tarde o la noche, por lo que con ese salario es imposible emanciparse o tener una vida digna. Además, es prácticamente incompatible tener un segundo trabajo porque nuestro horario, a parte de rotativo, puede ser, por ejemplo, a las 12 del medio día y a las 9 de la noche. 

Se cree que el estereotipo de trabajador de repartidor es de un joven estudiante, pero el perfil medio son adultos de 40 años, padres de familia, inmigrantes, que tienen miedo a posibles represalias y que no se pueden permitir perder su trabajo si quieren seguir manteniendo a su familia, por lo que se ven obligados a soportar la precariedad que supone este trabajo.

A día de hoy, a mi no me importa perder mi puesto como castigo porque soy joven y tengo nuevas oportunidades, por lo que estoy aprovechando mi posición para conseguir mesas de negociación en las que poder llegar a un acuerdo por una mejora de nuestras condiciones laborales. Por ello quiero dirigirme a los miembros del Congreso de los Diputados. Es fundamental que se mejoren nuestras condiciones laborales y se nos dé la oportunidad de negociar. Merecemos un plus de peligrosidad en los días de lluvia o excesivo calor, porque tenemos a muchos compañeros de baja o que trabajan con lesiones por este tipo de motivos. Es importante que nos doten de material adecuado como EPIS para la realización de las tareas y, sobre todo, necesitamos unos horarios estables para poder realizar cualquier otra actividad en el día y tener una vida digna.