Pregunta para Congreso de los diputados
Comentarios como “para lo lista que eres pareces tonta” o “estás en los mundos de Yuppi” destrozaron mi autoestima: ¿Por qué el modelo educativo es perjudicial para los niños con TDAH?
La sigla de TDAH significa Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. A mí ese nombre no me representa en absoluto. La atención es uno de los muchos síntomas del trastorno. Pero no es que nos falte atención, al contrario, prestamos demasiada atención a todo lo que pasa a nuestro alrededor, ruidos, olores o movimientos y eso es lo que nos incapacita prestar atención a una sola cosa en particular. El término con el que me siento representada es “Trastorno por Disfución Ejecutiva”, ya que parte mi cerebro encargada de ella funciona diferente, la parte que te permite, además, organizar y planificar. Mi nombre es Ana, soy valenciana y vivo en Alemania y tengo TDAH.
Es muy duro sufrir por algo que no sabes que tienes. Eso le pasó a mi padre, que falleció sin saber que tenía TDAH a pesar de que el trastorno determino el sufrimiento de su vida. A mi me diagnosticaron hace dos años, ahora tengo 27. Estoy aprendiendo a superar una infancia y adolescencia llena de constante culpabilidad por no ser capaz de ser como el resto de niños. Cada año he estado al borde de repetir desde sexto de primaria hasta el final del bachillerato. No era capaz de hacer los deberes, ni de estudiar y era muy duro prestar atención. “Para lo lista que eres pareces muy tonta, estás en los mundo de Yuppi, o tu hija no presta atención en clase” son comentarios que he oido constantemente a lo largo de mi vida. Ellos no entendían, ni yo tampoco, que mi cerebro no funcionaba de la forma adecuada para el modelo educativo, no porque yo no quisiera ser mala estudiante.
Estar despierta es agotador, porque siempre estoy pendiente de lo que pasa a mi alrededor. Siento que mi cerebro tiene vida propia y no soy capaz de controlar los pensamientos. Cuando recibí mi diagnóstico, recibí comentarios como: “Eso no existe, es un invento. Todos los niños tiene mucha energía”. Pero la realidad es, que es un trastorno genético, altamente hereditario, y aunque mi padre nunca fue diagnosticado, por lo que conocí de él y testimonios, puedo reconocer patrones de mi propia conducta y estoy convencida de que lo tenía. El escepticismo ante la realidad del TDAH, es fruto a una sociedad que ignora la diversidad y no la contempla a la hora de educar a los más pequeños, para que crezcan en adultos que respeten a los que son diferentes a ellos.
Funcionamos diferente y los profesores deben saber identificar si tienen un alumno con TDAH en su aula para adaptar la estructura educativa a este funcionamiento distinto. Por ejemplo: si un niño no está diagnosticado con TDAH y no puede estar ocho horas sentado, permítele darse un paseo por la clase; o permítele traer un juguete antiestrés que no haga ruido, para no distraer a los otros niños, para que pueda canalizar su atención; o si no es capaz de hacer un examen escrito en el tiempo concreto, que sea posible la opción de hacer un examen oral, porque probablemente haya estudiado y tenga el conocimiento pero no pueda ordenar las ideas suficientemente rápido para escribirlas. En definitiva, se debería de ofrecer otras técnicas educativas más flexibles y diversas, sin dejar fuera a nadie.
Si solucionamos el problema desde la raíz, evitaríamos casos como el mío. Llegué a tener la autoestima por los suelos porque pensé que yo era la culpable de mis fracasos, por culpa de un sistema educativo anticuado y hostil para personas divergentes, TDAH en particular. Como yo, hay personas que son diagnosticadas hasta con 50 años. O, incluso, no llegan nunca a saber por qué no encajan en ese modelo normativo social, y en el peor de los casos, y desgraciadamente la gente que tiene TDAH es singularmente sensible a: depresión, ansiedad, adicciones a las drogas, problemas en las relaciones sociales, etc. Mi padre fue víctima del alcoholismo y tabaquismo, y ahora entiendo la raíz del problema. Sufría por algo que no que no sabía que tenía. Es muy injusto, muy duro y casi imposible lidiar con esta mochila sin recibir atención profesional.
Políticos del Congreso de los Diputados, los profesores deberían saber identificar el TDAH en sus alumnos. Para ello, es importante que se incluya como materia obligatoria en el currículum académico de los futuros maestros formación en neurodiversidad. También se deberían dar cursos y conferencias de asistencia obligatoria al profesorado que lleva tiempo sin actualizarse. Su formación es fundamental para evitar discriminación, trabajar el respeto mutuo y evitar futuros traumas a niños que no tienen culpa ninguna por haber nacido diferentes a la norma.