Me llamo Ana, soy de Barcelona y actualmente vivo en Uruguay. Hoy me gustaría compartir mi experiencia para poder visibilizar a las personas que estén pasando o hayan pasado por alguna situación parecida: sufrí abusos sexuales en la infancia, como la mayoría de los casos, dentro del ámbito familiar.

Solemos relacionar el abuso sexual infantil con ambientes desestructurados, marginales, pero no es así. Es cierto que cuanta más desestructuración, menos recursos y acceso a la información/educación, más normalización habrá de la violencia, pero también es una cuestión de poder, una práctica patriarcal.

Es crucial dar las herramientas necesarias a los niños y niñas, a las familias y al personal docente para que puedan prevenir el abuso en la infancia. Por un lado, habría que empoderar a los niños y niñas para que puedan poner límites frente a la invasión de su espacio personal y su cuerpo, darles la confianza para que sean escuchados y hablen cuando se sientan preparados, y sobre todo contención y acompañamiento.

Me he encontrado con campañas en las que se acaba culpabilizando al menor, sin querer, “exigiendo” una madurez emocional y de respuesta que no tiene. Por ejemplo, pedirle que lo cuente en el momento (probablemente no pueda hablar porque lo hayan amenazado o porque esté en shock), que no deje que nadie le toque (una criatura de cinco años no tiene capacidad física, ni emocional, para detener la violencia de un adulto), etc.

También hay que tener en cuenta que se pueden dar casos de abuso a un menor por parte de otro menor con más edad, y también hay que abordar este aspecto, para que puedan descubrir su sexualidad libre y responsablemente.

Por otro lado, es vital que los adultos, tanto madres y padres como profesorado, tengan la información necesaria para poder prevenir y detectar a tiempo un caso de abuso sexual. Cuando un menor está siendo abusado, hay una serie de sintomatologías que lo evidencian: hipersexualización, pesadillas, la manera de jugar o de dibujar, etc. Todo esto puede pasar desapercibido si no hay un conocimiento previo. También es muy importante que estos adultos tengan una red de acompañamiento psicológico y legal.

Tener la sensación de que las personas y el lugar donde uno debería sentirse amado, seguro y protegido, en realidad recibe violencia, lleva a una serie de patrones internos muy complejos y transversales, no solo en la sexualidad, que quizá es el más evidente, sino en todos los aspectos de la vida: sensación de no tener un hogar, depresión, ansiedad, drogodependencia, incapacidad de desenvolverse a nivel social y/o laboral, repetición de patrones de maltrato, somatización física, trastornos alimenticios, y un largo etcétera.

Ante esto, quiero dirigirme a los miembros del Parlament de Catalunya, ya que soy catalana y son mis representantes en dicha cámara, aunque considero que esto debería ser algo planteado también a nivel nacional, para que haya más campañas de formación, concienciación e información sobre abuso sexual infantil en los centros de formación primaria y secundaria, con el objetivo de educar tanto a las familias como a los profesores y a los alumnos, y así ayudar a prevenir o acabar con este tipo de casos lo antes posible.