Pregunta para Parlamento de Canarias

A los 11 años fui diagnosticada con diabetes y eso provocó que me hicieran bullying. Aprendí a rechazar mi cuerpo y a negar mi enfermedad. ¿Qué se hace para proteger del bullying a las infancias en las escuelas de España?

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Ana Trabadelo Pregunta de Ana Trabadelo

Soy Ana Trabadelo, a los 11 años fui diagnosticada con diabetes. Si antes ya sufría de acoso escolar solo por el hecho de llevar gafas, el diagnóstico de mi enfermedad llevó a que ese bullying aumentara. Siendo tan pequeña aprendí a rechazar mi cuerpo y a negar que tenía diabetes. Porque tras el diagnóstico, mi cuerpo se recuperó de la pérdida artificial que se produce como parte de los síntomas, y al volver a un peso “normal” me decían que me estaba poniendo gorda. Me convertí en una mujer adulta con creencias limitantes y construí, como muchas niñas y niños ahora mismo en los colegios, mi identidad con base en lo que los demás me decían que era.

Después de un tiempo de recibir el diagnóstico, empecé a rechazar la enfermedad y mentir sobre mi condición. Esto puso en riesgo mi vida en muchas ocasiones y llevó a que mi salud se deteriorara demasiado, no solo emocional sino física. Hoy no veo con uno de mis ojos y tengo insuficiencia renal. El TCA que viví (Trastorno de Conducta Alimentaria) se llama diabulimia y consiste en no aplicarte la insulina o aplicar una dosis menor para perder peso, esto repercutió gravemente en mi salud.

Además, yo quería estar delgada, porque ya que sentía que tenía menos puntos positivos, intentaba ganarlos con la imagen tan potenciada actualmente y que yo percibo desde que yo soy niña. Esas dos cosas unidas fueron una bomba de relojería. No fui consciente de la problemática ocasionada por el entorno hasta que no superé mi verdadero problema. No voy a culpar a la sociedad, o a los niños o al poco caso que se mi hizo en el colegio, la poca atención que recibí; no les voy a culpar porque sería injusto, pero son en parte responsables al igual que yo soy responsable. Porque cuando tienes 11 años no tienes herramientas emocionales para afrontar esta situación de la mejor forma. 

Todo esto llegó en un momento en el que estaba creando mi propia identidad, y si tú construyes esa identidad en función de la valoración y la aceptación de los demás, estás basando todo en una mentira. 

Tú piensas realmente que eres menos válida que los demás, por lo tanto, te puedes convertir, como me convertí yo, en una adulta con unas creencias tan limitantes que correspondían a una niña de 11 años. Es decir, yo he sido siempre una persona súper trabajadora, súper responsable, eficiente, productiva, creativa, pero tenía las creencias de una niña de 11 años. Y esto te limita en todos los aspectos. En tu vida adulta, en tu relación con los hombres, en tu relación con tus amistades, y te limita en tus capacidades, porque realmente crees que eres menos válida que los demás, con lo cual te tienes que esforzar mucho más que ellos para considerar que estás solo un poco por debajo del nivel de los otros, pero todo esto es mentira, y además creado por niños y niñas que te molestaron durante tu infancia. 

El mensaje que quisiera transmitir en esta campaña es que tenemos que empezar a dar ejemplos de verdad. Dar ejemplos a los niños y niñas que en un futuro serán los adultos que tengan en sus manos el rumbo del mundo. Además, es importante dejar de poner etiquetas. Los niños que hacen bullying no son victimarios y los que lo sufren no son víctimas. Son personas que emocionalmente necesitan atención e importancia. Y a ellas y ellos son a quienes tenemos que cuidar, y proteger y atender.

Los profesores tendrían que recibir el conocimiento o las herramientas externas para poder abordar eso. Porque a mí me hizo bullying mi propio profesor. Hay que centrarse en el problema real. Y, sobre todo, saber el papel que a cada una nos corresponde. Asumir esa responsabilidad y cuidar de que las niñas y los niños no se construyan a sí mismos como adultos, basándose en mentiras y etiquetas que alguien más les puso y que les dañaron la vida para siempre. 

¡Gracias!

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