Pregunta para Cortes de Castilla-La Mancha
Hasta que el vídeo de la paliza no se hizo viral nadie en el centro tomó medidas para frenar el acoso que sufrí, ¿cuándo se dejará de culpar a las víctimas y se trabajará en mejorar los protocolos de identificación y ayuda psicológica?
Mi nombre es Anabel y sufrí acoso escolar durante toda mi etapa en el instituto. Todo empezó cuando solo tenía 11 años, me insultaban, se reían y ponían caras, hasta que la cosa pasó a mayores. Sufrí tres palizas graves que fueron grabadas por los propios agresores. Lo peor es que el centro escolar no se dio cuenta de la gravedad del asunto hasta que uno de esos vídeos no se hizo viral. Ahora me pregunto, ¿cuándo se dejará de culpar a las víctimas y se trabajará en mejorar los protocolos de identificación y ayuda psicológica?
De alguna forma ya había sufrido exclusión en el colegio, pero siempre me refugié en mi pequeño grupo de amigos. Cuando llegué al instituto pasé a encontrarme totalmente sola. Ya no tenía a mis amigos de siempre y mi familia vivía fuera así que me convertí en un blanco fácil para las burlas, los insultos y las agresiones.
Se metían mucho conmigo por estar sola, me llamaban “gorda” y decían que era “una guarra”. Pronto descubrieron donde vivía y el acoso pasó de estar presente solo en el centro educativo a acompañarme también en la calle. A pesar de todas las señales, los profesores y profesoras no hicieron nada por ayudarme. Un día me dieron una paliza en la puerta del instituto y yo fui corriendo a contárselo a un profesor para que me ayudara, pero para mi sorpresa este me dijo que “no había pasado dentro del centro” por lo que “no podía hacer nada al respecto”.
Este es tan solo un ejemplo del escaso trato que recibí. Como para todos yo era “la facilona” de turno, los chicos pensaban que tenían derecho a meterme mano. Uno lo intentó cuando estábamos en clase y yo me levante a chillarle muy afectada. La respuesta del profesor fue que yo “lo podría haber evitado”. No recuerdo tener ningún tipo de apoyo, llegué a pensar que lo que me pasaba era por mi culpa.
Algunos profesores sí que vieron que había un problema y me derivaron a la psicóloga del centro, aunque no me ayudó mucho. Ella interpretó el acoso como un conflicto en el que se podía mediar, pensó que hablando con mis agresores la cosa podría arreglarse, pero no fue así. Yo no quería hablar con ellos y tampoco quería que nadie supiera que iba a consulta porque pensarían que estaba loca y aún se reirían más de mí.
Pasé un año contándole a esta psicóloga como me pegaban, me metían la cabeza dentro del retrete, me insultaban y me agredían a diario y no me dio soluciones. Solo cuando el vídeo de la paliza se hizo viral decidió tomar cartas en el asunto y decírselo a mis padres.
Que mi familia conociera lo que me estaba pasando fue un alivio ya que por lo menos me sentí recogida por ellos. Antes de saberlo yo intentaba ocultarlo y muchas veces peleaba y me enfadaba con ellos sin motivo debido a la frustración que me hacían sentir en el instituto.
Cuando cumplí 16 años nos mudamos y por lo tanto también cambié de instituto. Todo parecía ir bien, pero al hacer vida nueva no podía dejar de pensar en todas aquellas cosas que me habían pasado, esto me generó un trauma enorme. La ansiedad se hizo insoportable y tuve que volver a ir a una psicóloga al margen del centro educativo. Esta nueva psicóloga me dijo que llevaba con depresión desde los 12 años y que nunca había sido tratada así que era muy posible que se hubiera convertido en algo crónico.
Actualmente miro hacia atrás y me doy cuenta de que mi depresión se podría haber evitado. No tuve ningún tipo de apoyo, los profesores lo veían como un conflicto entre grupos cuando nunca fue así. Creo que el principal problema es poner esa distancia entre el alumno y el profesorado. Parecía que a nadie le importaban los problemas que yo pudiese tener fuera de clase. Hoy en día sigo tratándome psicológicamente por culpa de aquello.
Por todo esto quiero pedir a las Cortes de Castilla-La Mancha que tomen medidas para mejorar los protocolos de actuación frente al acoso escolar. Necesitamos una identificación temprana de los casos y un correcto acompañamiento psicológico para las víctimas. No podemos seguir culpando a la persona acosada, hay que poner el foco en los agresores para que esto no vuelva a ocurrir.