Me llamo Andrea y he superado un cáncer de mama.

En agosto de 2016 me noté un pequeño bulto en el pecho. Aunque de entrada no le di demasiada importancia, al ver que no desaparecía pedí una cita médica pasado un mes. Tras hacerme una ecografía, me aseguraron que era un quiste, por lo que no tenía que preocuparme.

Continué autoexplorándome durante meses y el bulto seguía ahí, por lo que decidí volver al hospital. Me hicieron otra ecografía, que mostraba lo mismo que la anterior, y mi médico me dijo que no insistiese más, pues ya me habían dado un diagnóstico.

Llegó febrero de 2017 y mi preocupación iba en aumento. Le comenté lo ocurrido a un amigo médico y rápidamente me citó para realizarme varias pruebas. Finalmente me diagnosticaron cáncer de mama.

Entre los meses de abril y agosto estuve recibiendo quimioterapia, a la que por suerte respondí muy bien, y en octubre me operaron, ya que aunque no quedaban restos del tumor tenían que extraerme el ganglio centinela para analizarlo. Por último, me sometí a varias sesiones de radioterapia.

A pesar de que durante el tratamiento tuve algunos días en los que me sentía bastante decaída, lo llevé relativamente bien. En cambio, me hubiese gustado que los médicos que me trataron me hubiesen informado mejor sobre los efectos secundarios a los que me enfrentaría.

Por ello, con esta iniciativa pido a las Cortes Valencianas que destinen más recursos a la investigación del cáncer y a una formación de los profesionales sanitarios completa, que incluya una buena comunicación con los pacientes.