Hola. Me llamo Andrea Rodríguez, tengo 23 años, tengo una discapacidad física y soy autista. 

A mí me confirmaron que tenía autismo a los 18 años. Yo acudía a terapia con el psicólogo y él fue quien me dijo que tenía el síndrome de Asperger. Yo no sabía cuál era ese síndrome, así que, cuando llegué a casa, busqué en internet las características principales de dicho síndrome y en ese momento empecé a sentir que mi vida tenía sentido, por lo que me puse a investigar. 

Mi discapacidad física hace que no aguante mucho tiempo de pie y que me canse rápido. Me cuesta levantar peso, caminar largas distancias y superficies inestables e inclinadas, además de subir las escaleras y los diferentes escalones que me voy encontrando por la calle. 

Con respecto al autismo, la hipersensibilidad sensorial hace que perciba y sienta los sentidos más sensibles. A la vez, también soy literal en el lenguaje y el pensamiento. Eso hace que no entienda el lenguaje figurado. Además me cuesta mucho entender las miradas, a no ser que sean de emociones básicas, por eso no miro a los ojos, puesto que es muy incómodo para mí. Las emociones también me cuesta reconocerlas. 

Actualmente, las dolencias que me surgen son cuando, con respecto a la discapacidad física, estoy muy cansada de haber caminado y/o estado de pie, me duelen muchísimo los pies, las piernas y la cadera. Y por otra parte, el autismo me provoca saturación de mis sentidos en algunas ocasiones. 

Muchas veces, mi comportamiento social es visto como algo inadecuado o torpe por parte de personas que no tienen autismo. Ahora ya no me siento presionada por la sociedad, pero anteriormente sí he sentido esa presión. Durante mi infancia y hasta los 21 años muchas personas me hicieron sentir que tenía que ser ‘normal’. 

Quiero que todo el mundo sepa que soy una mujer llena de orgullo, una mujer autista con discapacidad física de género no conforme. También soy asexual y arromántica. Esto no es nada malo y no lo voy a cambiar ni ocultar, puesto que me siento orgullosa de ello. 

Por todo lo plasmado, lanzo la siguiente petición al Congreso de los Diputados para que haya más visibilidad e investigación para el trastorno del espectro autista. Ser diferente no es nada malo ni motivo para que la gente nos discrimine. 

Hay que tener en cuenta que, al igual que el resto de la sociedad, las personas autistas y/o con alguna discapacidad física no son todas iguales, cada una tiene sus necesidades, dolencias, sentimientos y emociones. Por eso, queremos que se nos respete y que se nos dé voz. No estamos pidiendo nada complicado, solamente empatía y respeto. 

Por eso, me gustaría preguntarle a los políticos: ¿Si ustedes fueran una persona autista y/o con alguna discapacidad, sentirían que las leyes les protegen y representan? Ahí está la causa por la que luchar, hay que gobernar para toda la sociedad sin ninguna diferenciación ni discriminación por parte de la gente y menos del gobierno. ¡Empiecen a darnos voz y a reconocer a todas las personas que forman nuestro país por igual!