Mi nombre es Andrea, soy educadora social y tengo 22 años. Hace poco que empecé a trabajar en los programas “madrugadores” -ampliación de apertura por las mañanas- de un colegio de Burgos. Básicamente mi trabajo allí consiste en entretener a niños y niñas de primero, segundo y tercero de infantil una hora antes de que entren a clase.

En mi primera mañana allí solo vinieron tres niños, uno de tres años y un niño y una niña de cinco. Al empezar les pregunté sus nombres y les dije que me contaran qué habían hecho durante el verano. Después estuvieron dibujando. Todo parecía normal hasta que uno de los niños más mayores me pregunta: ¿tú vas a quedarte mucho por aquí? De primeras me pareció extraño, pero amablemente le dije que sí, estaría en los programas de mañanas durante todo el curso. Entonces el niño suspira y me dice “es que no me gusta la gente como tú”.

Soy una persona racializada, pero no quise pensar de esa forma viniendo de un niño de tan solo cinco años. Me recompuse y le pregunté el por qué, a lo que me respondió “no me gustan las personas negras y punto”.

En ese momento me quedé en shock, nunca antes había sufrido racismo directamente y que la primera vez hubiera sido por parte de un niño tan pequeño me impactó mucho. En ese momento solo pude pensar en que, si esto me lo había dicho a mí, probablemente también lo haría con otros niños y niñas de su edad, así que me calmé y le dije “y si hay alguien como yo en tu clase, ¿qué pasa?”. Para mi sorpresa él me respondió “en este cole no hay de eso”.

Salí del colegio con mucha impotencia y ganas de llorar. Con esto me gustaría que la gente reflexionara sobre el tipo de educación y los discursos que les damos a los niños y niñas pequeños. Tenemos que empezar a prestar atención a estos comentarios y empezar a darles importancia. 

Al contarlo hay personas que han intentado quitarle hierro diciendo que “solo es un niño” o “¿cómo puede ofenderte lo que diga un niño tan pequeño?”. Esto es un verdadero problema social y solo podremos erradicarlo si empezamos a tomarnos enserio lo que dicen los niños. Es necesario fomentar una educación antirracista e intercultural desde preescolar y normalizar la diversidad dentro de las aulas. 

Si desde que son pequeños les contamos cuentos en los que solo aparecen niños blancos o utilizamos expresiones racistas con cosas tan básicas como enseñar que existe el color negro, el color marrón y el color carne, después se naturalizará en su día a día. En este sentido, creo que no debería de existir el “color carne” ya que la piel tiene diferentes tonalidades y el darle al beis ese nombre invalida y discrimina al resto acentuando así el racismo que sufrimos las personas negras. 

Por eso desde aquí quiero dirigirme a las Cortes de Castilla y León para pedir medidas educativas antirracistas, equipos docentes diversos y talleres de concienciación y sensibilización. Los niños y niñas aprenden lo que ven y las actitudes racistas en el aula son intolerables, ¿por qué no actuamos para frenarlo desde la raíz?