Pregunta para Eusko Legebiltzarra

He sufrido violencia obstétrica en el Hospital de Urduliz y he comprobado que este es un patrón que se repite. Además, hemos topado con la realidad de que no hay ginecólogos de urgencias en el centro. ¡Necesitamos soluciones, esto no puede seguir pasando!

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Ane Lekanda Pregunta de Ane Lekanda

Estando embarazada de 11 semanas y media, padecí una hemorragia importante, así que acudí al Hospital de Urduliz de inmediato, ya que es el que me corresponde. La persona que me atendió me hizo un test de orina, me midió las constantes y me comentó que estaba padeciendo una amenaza de aborto, pero que como en aquel momento no había ginecóloga de urgencia en el centro, me daba dos opciones: programar una cita para el día siguiente a la mañana o derivarme al Hospital de Cruces.

Decidí irme al Hospital de Cruces y allí, nada más verme, me dijeron que se me había roto la bolsa sin hacer ninguna prueba que verificara que había presencia de líquido amniótico en el fluido, y a pesar de que en la ecografía se veía todo normal. Nos dijeron que sería cuestión de tiempo (horas o algunos días) que el embarazo se interrumpiera de manera natural.

Tuvimos que esperar horas en el hospital "para confirmar con otra ecografía que ya no había latido". Nosotros nos preguntábamos por qué teníamos que esperar si el embarazo, igualmente, no iba a seguir adelante, y entonces nos comentaron que el protocolo era esperar a que no hubiera latido para hacer el legrado. Yo pregunté qué sentido tenía si tan claro tenían que el embarazo no era viable, y me dijeron que "si estuviéramos 100% seguros lo haríamos".

Nosotros estábamos muy asustados y, evidentemente, preguntamos y quisimos asegurarnos de que realmente la bolsa estaba rota y nos dijeron que sí y de nuevo, que el embarazo no era viable. No entendíamos por qué entonces no podían hacer el legrado, pues nos dejaron claro que iba a ser un aborto.

Finalmente, nos dijeron que nos derivaban, de nuevo, a Urduliz, pero cuando llegamos seguía sin haber ginecólogos de guardia. Nos atendió una doctora de otra especialidad, quien nos confirmó el diagnóstico de Cruces y nos dijo de nuevo que el embarazo no era viable. Nos citaron, de nuevo, el lunes siguiente, después de dos días. Cuando finalmente fuimos, la consulta fue un seguido de despropósitos e impertinencias que nos dejaron rotos. La persona que nos visitó nos trató realmente mal, con muy poco tacto y con una completa insensibilidad. Ante cualquier pregunta, la ginecóloga se reía de manera sarcástica, o no respondía; dándonos la sensación de que era mejor que no hablásemos porque todo lo que podíamos aportar no tenía sentido.

En estas, sin dar explicación no dejó entrar a mi marido a la exploración previa a la ecografía que me practicó en relación con la consulta, y cuando le pedí que dejara entrar a mi marido a ver la ecografía, y que yo no quería ver el feto sin latido dentro de mí, me trató como si fueran ridículas mis sensaciones y la forma como me sentía y me juzgó diciendo cosas como que no entendía nada, que estaba "flipando" y a ver entonces para qué quería que entrara mi marido. Era mi decisión y ella me juzgó, en una situación tan dura y vulnerable. Le dije que era un trato totalmente carente de empatía y que le iba a poner una queja por ello.

También en el mismo sentido, aunque le expliqué que padezco osteogénesis imperfecta y que había leído estudios que concluyen que la complicación se podría derivar de la afección, la profesional no me hizo ni caso y minimizó mi presencia y mis aportaciones. Se mostró completamente reacia a escuchar e interiorizar cualquier información que no fuera la que ella me estaba diciendo o me podía aportar. Fue una situación, realmente, violenta. Se reía constantemente, no me escuchaba y ni me miraba mientras yo le hablaba. Me negó uns analítica de sangre que le pedí y me dijo: " ¿qué, me vas a poner dos quejas? " Corporalmente también estaba siendo muy violenta. Yo estaba rota, era una situación muy vulnerable y tenía mucho miedo por si mi enfermedad rara estaba afectando al embarazo. Además, aunque por mi enfermedad debieron haberme derivado al Hospital de Cruces para que me hicieran un mayor seguimiento, no lo hicieron.

Al yo decirle que estaba ejerciendo violencia psicológica contra mí, se defendió culpándome a mí de su violencia. Otro mecanismo más para ejercer violencia, buscando que yo, además de victimizada, me sintiera culpable por ello.

Cuando me practicó la ecografía, nos comentó que todo estaba bien y que, contra todo diagnóstico, la bolsa no estaba rota. Nos lo explicó, pero con la violencia que estaba ejerciendo era muy difícil entender nada. No nos proporcionó acompañamiento y no nos ayudó a entender la situación, tan intensa y tan cambiante en tan pocas horas. No nos dio pie a preguntar ya que cuando lo hacíamos, contestaba de forma violenta, por ejemplo, diciendo que "a ella le daba igual lo que nos hubieran dicho en Cruces", al preguntarle cómo podía ser la diferencia de diagnósticos. Tuvimos que ir a una ginecóloga privada para poder entenderlo todo.

A posteriori, nos dijo que, aunque la tenía asignada, no nos quería hacer la ecografía de las 12 semanas que nos tocaba después de unos días y nos dejó sin cita programada para hacerla. No fue hasta la misma semana que nos llamaron y nos dijeron que habían reprogramado la visita. Nos la hizo otra profesional. Esto aumentó mucho nuestra ansiedad en esos días posteriores, sin saber si íbamos a tener ecografía.

Vivimos un seguido de situaciones que nos siguen pareciendo surrealistas, nos sentimos muy atacados y maltratados por parte de la ginecóloga en cuestión. Necesitamos que haya represalias, que se encuentren soluciones para que el patrón, que me consta que se repite, deje de existir. Porque la violencia obstétrica es una violencia estructural, silenciada, normalizada e invisibilizada. Ni siquiera está contemplada en el Código Penal, lo que nos deja desprotegidas ante un sistema que la ampara.

Es por este motivo por lo que pongo en marcha esta iniciativa, es importante dar visibilidad a la situación, así como hacerla llegar a las instituciones.  Necesitamos leyes que nos protejan ante la violencia obstétrica, que se revisen los protocolos y se tomen medidas reales y efectivas para prevenir la violencia obstétrica y poder ofrecer una respuesta justa en los casos en los que ya se ha dado, reparando el daño causado a las víctimas y tomando las decisiones necesarias para que no vuelva a ocurrir.

Por una sanidad pública de calidad y libre de violencias.

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