Me llamo Ángeles y he superado un Linfoma no Hodgkin.

Hace cinco años, cuando tenía 48, estaba de viaje y empecé a encontrarme mal. Tenía fiebre y me sentía muy cansada. Fui a urgencias y, en principio, pensaron que este malestar se debía a una infección de riñón. Me fui a casa, pero pasados dos o tres días, al ver que los síntomas no mejoraban, volví a visitar a mi médico. Me ingresaron, empezaron a hacerme pruebas, y al día siguiente me subieron a planta.

Era verano y el personal sanitario escaseaba en el hospital. Casi todos eran médicos residentes que me realizaron una gran cantidad de biopsias, sin dar con la causa de todos mis síntomas. Tras varios días, llegó una doctora que decidió realizarme una radiografía de cuerpo entero, tras la que me diagnosticaron un Linfoma no Hodgkin. 

Por suerte, todavía no presentaba metástasis y a los tres días me operaron y me extrajeron un ganglio centinela. A continuación, empecé a recibir quimioterapia. Esta se dividió en ocho ciclos administrados a lo largo de seis meses. 

A día de hoy estoy recuperada, aunque conservo algunas secuelas de la quimioterapia, pues esta me destrozó la boca e hizo que perdiese bastante movilidad en el brazo derecho.

Ahora, con esta iniciativa, pido a la Asamblea Regional de Murcia que destine más recursos a la atención de los pacientes durante las épocas vacacionales, ya que considero que los médicos residentes deberían estar más supervisados por médicos con una mayor trayectoria y experiencia.