Pregunta para Parlamento de Andalucía
La quimioterapia por un cáncer de mama me provocó un síndrome mielodisplásico que ha derivado en una leucemia aguda. ¿Cuándo se va a incrementar el presupuesto destinado a la investigación, para evitar tratamientos tan agresivos?
Hola,
Me llamo Ani, tengo 58 años y os escribo desde Granada. Lo primero de todo, gracias por llegar hasta aquí, por leer estas líneas, por interesaros por mi caso y por brindarme vuestro apoyo. Tan solo pido más conciencia y más visibilidad para que nadie más pase por lo mismo que yo.
Y bien, como muchos sabréis, en 2018 me diagnosticaron cáncer de mama. Aunque el tumor estaba muy focalizado, tras operarme, decidieron que me sometiera al protocolo completo: quimioterapia y radioterapia, por prevención. La sorpresa llegó al año y medio cuando, a través de una analítica, descubrieron que el tratamiento de quimioterapia me había provocado un síndrome mielodisplásico que había terminado por convertirse en una leucemia aguda. Sucesivos dolores y un cansancio algo desmedido fueron la antesala del diagnóstico, pero… ¿quién puede imaginarse que iba a recibir un diagnóstico así, una noticia que golpeaba de tal forma mi vida?
Hasta los médicos se extrañaron. Era el primer caso que se les presentaba en un periodo tan corto de tiempo, pues tal efecto adverso de la quimioterapia suele darse a partir del quinto año de haber terminado la quimioterapia. Para mí fue un auténtico jarro de agua fría. ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Todavía no había despedido a una enfermedad cuando ya estaba lidiando con la siguiente. Aún no había eliminado un tratamiento de mi cuerpo cuando ya me estaban suministrando el siguiente.
A día de hoy, tras haber pasado por otros dos ciclos de quimioterapia, con todo lo que ello conlleva, estoy a las puertas de someterme a un trasplante de médula ósea. Es y será duro, sí, pero también sé que es la única forma que tengo de seguir viviendo. No me queda otra, y voy a por ello.
Tras buscar un donante compatible en el registro, finalmente mi hijo, que es compatible conmigo en un 50%, será mi donante y la persona que me va a dar la vida, igual que se la di yo a él. Y con todo esto, solo puedo decir que he intentado en cada momento que el optimismo inundara mi vida. Es difícil, sí, reconozco que también me inundan los miedos y la incertidumbre, pero ante todo soy una persona luchadora. Pienso armarme de valor, coraje y mucha fuerza para recuperarme y seguir viviendo. Porque sí, ¡me queda mucha vida!
Y no quiero despedirme sin pediros un pequeño favor. Necesito que firméis y compartáis esta campaña. Tan solo pido más conciencia, que haya muchos donantes, porque una enfermedad así desgraciadamente le puede llegar a cualquiera. Y también os pido que toméis consciencia de cada tratamiento y mediación a la que os someteis, porque ninguna es en vano. Y por eso desde aquí, me dirijo también a nuestros representantes políticos en el Parlamento andaluz, para lanzarles la siguiente pregunta: ¿Cuándo se va a concienciar sobre la donación de médula ósea? ¿Cuándo se va a incrementar el presupuesto destinado a la investigación, para evitar tratamientos tan lesivos como la agresiva quimioterapia a la que me sometí?