Pregunta para Senado

Superé un condrosarcoma. Además de curarme, me salvaron de la amputación de la pierna gracias a la experimentación. Como profesional de la salud, invierto en la investigación del dolor. Espero que las instituciones inviertan en investigación en medicina.

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Antimo De Salve Pregunta de Antimo De Salve

A finales del año 1997, mientras estaba realizando la mili en Italia, empecé a notar molestias en la pierna izquierda. Yo era médico, pero no estaba ejerciendo como tal porque estaba haciendo en servicio militar. Aun así, conseguí que me hicieran una radiografía. De los resultados de la prueba, extrajeron que no había de que preocuparse, pero yo me percaté de que se apreciaba una pequeña mancha en el fémur, así que decidí visitarme a diferentes hospitales con el fin de esclarecer de qué podía tratarse. Me indicaban que podía tratarse de algo similar a un infarto de hueso, pero a mí estos diagnósticos no me sonaban del todo bien.

Después de aproximadamente cuatro meses, conseguí que me practicaran una biopsia a través del hospital militar. De entrada, me explicaron que se trataba de un tumor benigno y que acudiera al cabo de seis meses para hacer un seguimiento. Mi sorpresa fue el día siguiente, cuando a las 08 h de la mañana me indicaron que tenía que entrar a quirófano de manera urgente para amputarme la pierna. Después de valorar la situación, decidí pedir el alta voluntaria y buscar otras opciones, si las había. Anteriormente, yo había hecho un Erasmus en Catalunya, concretamente en Lleida, así que tenía amigos allí. Contacté con ellos, que son médicos como yo, y se pusieron en contacto con otras personas que trabajaban en el Hospital de La Vall d’Hebron de Barcelona.

Conseguí los resultados de la biopsia y me trasladé a Catalunya. Después de hacer el análisis pertinente, me dieron el mismo diagnóstico que me habían dado en Italia: padecía un condrosarcoma y la opción era la amputación. Igualmente, decidieron estudiar un poco más mi caso y consideraron que podían intentar salvarme la pierna. Eso sí, tenía que someterme a una intervención quirúrgica muy larga y compleja, que podía tener efectos secundarios severos. La operación duró más de ocho horas y después de pasar unos días en la Unidad de Curas Intensivas (UCI) me subieron a planta. En julio me dieron el alta. Por aquel entonces, doblaba la rodilla a menos de 30 grados. Me indicaron que tardaría un año o un año y medio a recuperarme, pero decidí ponerme a trabajar a tope la rehabilitación.

A medianos de agosto me hicieron la primera revisión rutinaria de control y consideraron que ya estaba 80% recuperado. A partir de ahí, continué trabajando y al día de hoy sigo haciéndolo después de 24 años. Estaba limpio de enfermedad y así sigo a día de hoy. Cinco años después, en 2003, tuve un accidente de moto que conllevó la rotura del mismo fémur. Entonces me pusieron una prótesis.

El proceso de enfermedad por el que transité me llevó a desarrollar cierta sensibilidad frente a todos los temas relacionados con el cáncer y, sobre todo, con los que tienen que ver con el cáncer de huesos. De hecho, desde que lo padecí, he estado activo con proyectos solidarios a favor de la investigación contra el cáncer infantil, tanto en Italia como en España.. De todos los compañeros que tuve en el hospital, soy el único que sigue vivo. Mi tipología de cáncer es muy rara, no se había tratado nunca de la forma que lo hicieron conmigo y mi caso fue el precedente para empezar a actuar de manera conservativa en vez de recorrer, directamente, a la amputación. Esto me lleva a plantear la importancia de los avances en el ámbito sanitario, que solo son posibles si se apuesta para la investigación.

Es por lo presentado que me dirijo a los políticos del Senado: La apuesta para la investigación y para el consiguiente avance en el tratamiento de enfermedades es crucial. ¿Cuándo se va a invertir a favor del condrosarcoma?

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