Mi nombre es Anyer Lorena y soy abogada con especialización en Derechos Humanos. Hace unos años he venido abogando fuertemente por el feminismo y he recurrido al activismo para ver el cambio social que quiero en mi país. Lamentablemente mi departamento, Chocó, es un departamento con muchas problemáticas poco visibles a nivel nacional por factores como su ubicación geográfica, temas de etnicidad y racialización, por su nivel social, político y económico, por temas de corrupción y demás. Así, se priorizan otros territorios en el país como las urbes más desarrolladas, mientras que departamentos como el Chocó son relegados.

Uno de estos temas relegados es la violencia de género en el Chocó. A través de mi experiencia con el conocimiento de las diferentes violaciones a los Derechos Humanos, he entendido la gravedad y frecuencia de la violencia de género en el país. En el Chocó, específicamente, las mujeres negras, afrodescendientes e indígenas de nuestros territorios no viven las violencias de la misma forma en que las pueden sufrir mujeres de ciudades principales, por ejemplo. Así, el análisis de estas violencias de género debe hacerse sobre un enfoque étnico y territorial.

Pero, para realmente lograr avances en las políticas públicas que busquen la protección de estas mujeres y niñas, debe haber investigaciones y cifras que realmente representen a la cantidad de mujeres y niñas víctimas de violencia de género. El subregistro de feminicidios en el Chocó es alarmante. No hay un registro de mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres que realmente se acerque a la realidad del departamento. 

En el Informe Especial de Feminicidios de Chocó octubre - diciembre 2019, realizado por el Observatorio de Feminicidios Colombia y Humanas Colombia, se evidencia el subregistro de feminicidios. Según el documento, entre enero y diciembre de ese año hubo siete feminicidios y cinco tentativas en el departamento. Esos datos fueron obtenidos por la corporación Humanas a través de búsquedas en prensa local y en encuentros voz a voz en el territorio.

Estas cifras difieren de las que manejan la Fiscalía General de la Nación, el instituto de Medicina Legal y la Policía Nacional, las tres entidades encargadas de investigar este tipo de hechos y cuyos números también difieren entre sí. Según la Fiscalía, entre el 1 de enero de 2019 y el 8 de enero de 2020 hubo ocho noticias criminales de feminicidios, 55 homicidios con víctimas mujeres y 225 casos de violencia intrafamiliar cuyas afectadas fueron mujeres y niñas.

Por su parte, la Policía indica que entre enero y octubre de 2019 hubo cuatro asesinatos de mujeres y 368 casos de lesiones personales con mujeres y niñas como víctimas. Y Medicina Legal recoge cuatro asesinatos de mujeres y ningún feminicidio en Chocó entre enero y noviembre de 2019. La información proporcionada por las tres entidades fue solicitada y obtenida a través de derechos de petición. Según el estudio, además, no todas las entidades tienen una categoría para estudiar los crímenes como feminicidios y no siempre hay claridad sobre qué hechos pueden incluirse en ella. Por eso, es fundamental definir con transparencia esos crímenes como feminicidios.

Es evidente que el feminicidio es grave y recurrente en el Chocó y esto es sin contar con cifras confiables y rigurosas. Si se tuvieran reales cifras se estaría haciendo mucho más por combatir estas ocurrencias en el departamento y por proteger a sus niñas y mujeres. Además, se debería atender los casos bajo un enfoque diferencial que considere el contexto de las mujeres chocoanas permeado por discriminación racial y condiciones precarias.

La inequidad de género y las violencias basadas en género del departamento deberían ser temáticas prioritarias en la agenda pública. Para visibilizar la realidad de los feminicidios, se deben fortalecer organismos como las Secretarías de la Mujer, brindar mayor apoyo a las zonas rurales y marginadas, potenciar el feminismo en la región, y dar herramientas a las mujeres del Chocó para que superen la  histórica sumisión en la que han vivido y la dependencia del liderazgo masculino al que siguen sujetas. 

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