Me llamo Aurora, tengo 27 años y sufro a diario los prejuicios de una sociedad educada en los cánones de belleza convencionales. De nada te sirve ser guapa siendo gorda, ya que siempre seremos rechazadas tan solo por nuestro aspecto físico. Por ello quiero reivindicar que por tener un cuerpo grande ni eres menos sana ni menos apta, ¿por qué no se enseña a los niños y adolescentes a aceptar la diversidad corporal para prevenir el acoso y la gordofobia?

El problema radica en la educación que nos dan desde pequeños. La sociedad tacha a las personas con cuerpos grandes como personas enfermas, el índice de masa corporal solo contempla un tipo de cuerpo y eso es lo que nos enseñan desde pequeños. Cuando le comunicas a un niño o niña que está haciendo algo mal por no tener un cuerpo delgado, algo que muchas veces no se puede controlar porque va ligado a la genética, llega a crear un trauma o incluso problemas graves de salud como los TCA. 

Nos machacan desde los mismos centros educativos. A la hora de hacer gimnasia se ridiculiza a las personas con cuerpos grandes por parte del resto de la clase. La discriminación se da en estos casos desde la propia institución.

Como no tenemos información sobre este tipo de cosas, crees al resto cuando te dicen que no tienes un cuerpo sano o que vas a enfermar si no adelgazas. Hay muchos médicos que continúan midiendo la salud por el índice de masa corporal establecido, algo que realmente no certifica que estés más o menos sano. 

Sin ninguna duda, la gente con sobrepeso tiene más posibilidades de sufrir acoso escolar. Cuando eres adolescente te fijas mucho más en cuestiones superficiales como las fotos que subes a redes sociales o como te queda la ropa. En mi caso, iba de compras a las tiendas a las que iban mis amigas, pero nunca encontraba ropa para mí. Tenía que ir a tiendas de tallas grandes, en la que generalmente vendían ropa para gente más mayor que no le quedaba nada bien a una chica de 16 años. Nunca podía ir “a la moda” y muchos chicos y chicas me criticaban por ello. 

A la hora de ir a la piscina o a la playa pasaba lo mismo. Mi propia familia me decía que no tenía cuerpo para llevar un bikini así que utilizaba bañadores que escondieran mi cuerpo lo máximo posible. Además, parte de mi familia paterna hacía referencia a mi peso cada vez que me veían. Me decían que estaba “demasiado gorda” y que así “nunca encontraría novio”. Socialmente creamos una inseguridad aprendida desde que eres pequeño que genera un trauma. Te excluyen de la sociedad tan solo por un tema físico. 

La gordofobia se sufre en muchos ámbitos de la sociedad, tanto cuándo eres pequeño, como en el instituto, en una entrevista de trabajo o saliendo de fiesta con tus amigas. Cuando tienes un cuerpo no normativo sigues teniendo todos los problemas de una persona normal más la mochila del peso que siempre te va a perseguir durante toda tu vida. 

Hay que educar en que todos los cuerpos son válidos y no todos los cuerpos son iguales. Los niños y niñas tienen que saber que es tan normal un cuerpo pequeño como un cuerpo grande. Por eso desde aquí pido a las Cortes Valencianas que tomen medidas para enseñar aceptar la diversidad corporal desde los centros escolares para prevenir el acoso y la gordofobia.