Me llamo Bego, soy de Madrid y estoy luchando contra un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Empecé a desarrollarlo en 2018 y decidí empezar a tratarme justo antes de la pandemia. Fue una época difícil, ya que justo cuando necesitaba más atención no pude tenerla como habría querido.

Además, como le pasó a mucha gente, el confinamiento hizo que pasara muchas horas sola, teniendo mucho tiempo para pensar. También me gusta mucho hacer deporte, y no poder ir al gimnasio también hizo que me preocupara más por la comida. Al final todo se fue haciendo más grande, dándole vueltas a todos, y un granito de arena se acabó haciendo una duna.

En la zona sur de Madrid, que es donde vivo yo, solo hay un centro para atender a personas con TCA, y tanto el personal como los recursos son muy escasos. De hecho, cuando me ingresaron, al no haber una unidad especializada, estuve en la planta de psiquiatría. Compartir espacio con otros pacientes, la mayoría con depresión, fue muy duro para mí. A nivel psicológico, no tengo claro que saliera mejor que cuando entré.

Hace poco solicité el traslado a la zona norte de Madrid para que me trataran en los centros de allí, ya que disponen de más recursos y personal y más especializado en TCA. Sin embargo, me denegaron la solicitud por no encontrarme en una situación de gravedad, que se considera cuando se tiene un índex de masa corporal (IMC) por debajo de 18.

Es verdad que el servicio que recibo por parte del personal es muy bueno. Por ejemplo, mi psicóloga ha organizado unas terapias grupales, de pocas personas debido al COVID, pero que me están ayudando mucho. Aun así, sigo viendo un desequilibrio entre los recursos y servicios de los que disponen en la zona norte de Madrid y los que tenemos en la zona sur.

Ante esto, quiero dirigirme a los miembros de la Asamblea de Madrid, ya que soy de Madrid y son mis representantes en dicha cámara, para que se destinen más recursos a las unidades de trastornos de la conducta alimentaria en toda la Comunidad, pero especialmente en la zona sur de Madrid.

También aprovecho para recordar la importancia de una buena prevención desde las escuelas. Enseñar a trabajar la autoestima, el crecimiento personal, a respetar y a tolerar la diversidad en todos los sentidos, puede ayudar a prevenir muchos problemas de salud mental en general y TCA en concreto.