Pregunta para Asamblea de Madrid
¿Cuándo será una prioridad educar desde la infancia en la diversidad corporal y que se fomenten las acciones de autocuidado?
Me llamo Belinda Gómez Núñez y trabajo como nutricionista desde hace más de 15 años. Mi hermano fue el que me animó a exponer mi punto de vista en las redes, porque era una forma de visibilizar mi trabajo en el perfil ‘belinda.stylelife’ en Instagram.
Hay muchísima gente en lucha con su cuerpo y esto solo empuja a querer adelgazar o cambiar su cuerpo, pero no a cuidarlo y respetarlo. Es importante que la persona no se sienta imperfecta y que se vea representada en los medios. Hoy en día contamos con algunas empresas que ya tienen productos para todas las tallas, pero cuando yo empecé a trabajar esto no era así y el estereotipo era el de mujer delgada. A día de hoy enseño desde la diversidad corporal porque somos diversos e independientemente de la talla todos los cuerpos merecen respeto y cuidado. Para conseguir este cambio cuento con un equipo de psicólogas.
Considero que la idea que se tiene de un nutricionista es que ayuda a perder peso y a controlar las comidas, todo lo contrario a lo que me dedico. Cuando las personas experimentan que el verdadero autocuidado está basado en la escucha de sus necesidades, en acciones de respeto a su cuerpo independientemente de su tamaño (ejercicio por placer, priorizar alimentos frescos, disfrutar de sus elecciones…) y no en el control estricto de lo que comen no hay vuelta atrás.
La clasificación que se hace a partir del IMC en “obesidad” y “sobrepeso” es estigmatizante, perpetúa esquemas mentales que asocian hábitos o salud con tamaños de cuerpo. El IMC no se creó con fines de salud y por lo tanto dicha clasificación no sirve. Sacar el peso de la ecuación y centrarnos en políticas de salud pública para todas las tallas.
Para mejorar la formación en las escuelas sobre los buenos hábitos, en primer lugar debemos hacerlo priorizando acciones de autocuidado (ejercicio, descanso, alimentación…) para todos los cuerpos, dejando de señalar a los tamaños de cuerpo grandes como algo patológico y descuidado. No podemos saber absolutamente nada de cuál es la salud o los hábitos de las personas solo mirando su físico, todo lo que puedas creer o pensar son prejuicios. Enseñar con respeto a la diversidad corporal en los colegios debería ser una prioridad. Un cuerpo al que rechaza la sociedad y se le señala como imperfecto, aleja a la persona aún más de las acciones de autocuidado (“como me siento imperfecto y señalado siento vergüenza, dejo de hacer el deporte que me gusta”, “como las dietas no funcionan y lo he intentado todo para qué me voy a cuidar”…), además, el efecto rebote de las dietas y el estrés derivado de la discriminación que sufren debido al estigma sobre el peso se relaciona con peores parámetros de salud.
Para que realmente se produzcan cambios se debería empezar por modificar las políticas de salud pública. Hay que hacer campañas que incluyan la diversidad corporal. Promover el acceso y una mayor publicidad dirigida al consumo de alimentos frescos y nutritivos a un precio asequible. Las campañas basadas en el miedo: “el azúcar mata”, no solo no son eficaces, porque no muestran las alternativas y lo que podemos priorizar en la alimentación para cuidar nuestros cuerpos, sino que invitan a las restricciones, a la obsesión y la culpa al comer, derivando en una mala relación con la comida y a comer de forma compulsiva cuando nos damos permiso para ingerir dichos alimentos “malos” o “prohibidos”. También hay que promover las actividades lúdicas con el fin de llevar una vida activa enfocada a todos los cuerpos y contar con más profesionales de la salud mental en sanidad pública. Que los acuerdos que se hacen con las industrias alimentarias sean de obligado cumplimiento y que cuenten con nutricionistas en sanidad pública para poder promover buenos hábitos desde el respeto a la diversidad corporal.
En un principio, los niños y niñas no ven sus cuerpos como un objeto, sino como un vehículo. Tú le preguntas a un niño pequeño que cambiaría de su cuerpo y seguramente te conteste que le gustaría tener alas para volar. Al escuchar comentarios de los demás o compararse con las imágenes de los medios de comunicación es cuando van creando su propia idea de cómo deberían verse, comienzan así la lucha con su cuerpo, queriendo encajar en lo que se considera normativo, un ideal inalcanzable para la gran mayoría, lo que se asocia a trastornos psicológicos, de autoestima y de salud, ya que muchas personas llegan hasta las últimas consecuencias para lograrlo.
En mi opinión, habría que empezar por los medios de comunicación, que enseñen cuerpos en los que todos nos veamos representados.
Por todo esto, pido a los políticos de la Asamblea de Madrid que se comprometan a educar en la diversidad y en el respeto, haciendo entender desde la infancia que nuestro cuerpo es más valioso por todo lo que nos permite hacer que por cómo se ve. Además, un enfoque neutral con respecto al peso o la forma de nuestro cuerpo está relacionado con mayores acciones de autocuidado.