Mi nombre es Carla Galeote, tengo 20 años, soy de Lleida y estoy cursando el último curso del grado de Derecho con especialización en género. 

Actualmente la salud mental se está convirtiendo en la revolución de la gente joven que, lejos de dejarse amedrentar por la peyorativa palabra de “generación de cristal”, ha decidido de forma conjunta alzar la voz para reivindicar que el cuidado de nuestra salud mental debería ser un pilar fundamental en nuestras vidas y en las agendas legislativas de los políticos actuales, y de esta manera poder ofrecer un servicio de calidad y garantista que permita a las personas (especialmente a la juventud) poder conocer sus emociones, saber gestionarlas y poder establecer espacios de cuidados con nosotros mismos e, indirectamente, con la sociedad. 

Yo misma, durante la pandemia, vi cómo me estaba ahogando en mi salud mental y no sabía cómo salir de lo que consideraba que era un pozo de emociones en forma de espiral. Me asfixiaba sin que nadie se diera cuenta y sin saber ni siquiera, pedir ayuda o verbalizar lo que me sucedía. Fue a finales de 2020 que mi madre, viendo que yo no era yo, me llevó al médico y fue, sinceramente, la mejor decisión que he tomado en mi vida; dejarme ayudar e iniciar un proceso terapéutico que, a día de hoy, puedo decir que me mantiene viva y con ganas de crecer y cuidarme mentalmente para poder seguir evolucionando como persona. 

Hace falta remarcar sin embargo, que no todo es de color rosa, ahora mismo escribo esto después de ir a una sesión de terapia y por lo tanto, estoy muy entusiasmada y contenta por mi evolución pero, no siempre el proceso es lineal; hay días (como la semana pasada) que pensaba que volvía a retroceder pues, dejé de comer y no me podía levantar de mi cama, es más, volvía a parecer un espectro andante aunque, con calma, paciencia, amor propio, ganas, y respeto hacia uno  mismo, se puede ir haciendo el proceso psicológico entendiendo que, a veces, no siempre se puede y que el proceso no es lineal pero sí necesario. 

Los recursos en la sanidad pública son la clave fundamental para prestar servicios a la ciudadanía de  calidad y dignos para solventar problemáticas no solo físicas, sino mentales que, a día de hoy, diría que son la gran carencia de la seguridad social. Sin recursos, no hay servicios dignos y sin servicios dignos, tenemos a gran parte de la población española que no puede ser atendida de forma correcta para poder mejorar su vida y su gestión emocional. 

En nuestro país hay un suicidio cada 2 horas y esta, es la primera causa de muerte no natural entre las personas jóvenes. Estas afirmaciones deberían bastar para que, de una vez por todas, se dote de recursos y de dignidad los servicios públicos que, básicamente, podría salvar vidas. Las listas de espera, la falta de profesionales, la dificultad para que te deriven a psicología de la seguridad social, la rápida medicalización de los servicios y la imposibilidad de tener un seguimiento periódico es sinónimo de haber recortado y jugado con la sanidad de nuestro país. Todo ello hace que, literalmente, se pongan en peligro la vida de muchas personas en nuestro país y que dificulten el desarrollo de las personas jóvenes. Quiero recordar que, sin una buena gestión emocional, es imposible un buen avance porque en el momento en el que no sabemos conectar con nuestra salud mental, no podemos conectar con el mundo para avanzar.  La dificultad a la que nos enfrentamos es poder seguir avanzando diariamente solos, sin un acompañamiento psicológico y, en muchos casos, sin verbalizar el infierno interior que muchas personas tenemos porque sigue habiendo muchos estigmas en la sociedad.  

Frente a toda la polarización política que hay y todo el enfrentamiento ideológico que desgraciadamente impregna todo nuestro país haciendo que, la política sea un lugar hostil y por todo lo plasmado, lanzo la siguiente petición al Congreso de los Diputados para que haya más recursos en la sanidad pública: 

Pido de forma severa que se pongan realmente a trabajar para el bienestar mental de la ciudadanía, especialmente de la juventud y que empiecen a destinar recursos y medidas efectivas que realmente cubran la carencia que tenemos en la seguridad social para tener atención psicológica. En nuestro país hay un suicidio cada 2 horas y esta, es la primera causa de muerte no natural entre las personas jóvenes. Creo que no debería hacer falta nada más para entender que se debe velar por la vida de la ciudadanía y que, dejar que las personas (especialmente las jóvenes) se estén ahogando en su salud mental es, literalmente, quitar vidas por la mala gestión. Es el momento de empezar a potenciar un servicio psicológico gratuito, digo y de calidad.