EL PODER PARA LA GENTE
La legitimidad política del proceso abierto en Cataluña en los últimos años se basa en la fuerza de la ciudadanía. Fueron unas masivas manifestaciones en las calles de Cataluña, sin lugar a dudas las más importantes y persistentes en toda Europa en los últimos años, aquello que empujó a las fuerzas políticas a convertir en programa de gobierno y acción legislativa la aspiración a poder decidir nuestro futuro colectivo. Ello, además e inicialmente, estuvo acompañado por una serie de consultas populares organizadas por la sociedad civil, que dieron la voz a cientos de miles de personas en toda Cataluña. El Parlament, posteriormente y dando cumplimiento al mandato democrático surgido de las urnas en 2012, elevó a las Cortes Generales una Proposición de Ley de delegación de competencias a la Generalitat, para promover una consulta, iniciativa que fue rechazada en el Congreso por el PP, PSOE y UPyD. Ante ese rechazo, promovió, con enormes dificultades, un proceso participativo el 9 de noviembre de 2014 para conocer la opinión de los catalanes; cerca de 2 millones de personas votaron en aquella ocasión, con una clara mayoría a favor de la independencia. Y finalmente, las últimas elecciones al Parlament fueron convocadas en clave plebiscitaria para conocer si la mayoría de los catalanes votaban un programa para la independencia de Catalunya. Los resultados fueron claros y las elecciones fueron ganadas, claramente, por las candidaturas que ofrecían un programa basado en la independencia.
El Derecho a Decidir era, y es, el epicentro de este planteamiento: que sea la ciudadanía que decida.
Desde esta trayectoria una respuesta a la británica o la canadiense forma parte del ADN que ha caracterizado el proceso soberanista catalán y por tanto estamos abiertos y expectantes sobre un posible referéndum. Sin lugar a dudas, no hay mejor solución.
Partekatu
Batu zaitez Osoigora