Hola Nacho,

la verdad es que a diario hay cantidad de acontecimientos asombrosos en el mal sentido de la palabra. La incursión de Israel en Gaza es sin duda uno, y muy escandaloso. Pero son dos asuntos distintos: la legitimidad de origen del Estado de Israel, y las decisiones de sus gobiernos. Tengamos en cuenta que la legitimidad de un Estado no debe nunca entenderse como carta blanca que legitima de paso cualquier cosa que haga un Gobierno o ente de ese Estado. Yo estoy convencido de que el Estado de Israel es tan legítimo como cualquier otro de los existentes, y que la incursión en Gaza y los bombardeos son una barbaridad que debe pararse ya (UPyD lo ha solicitado reiteradamente, en España y en el Parlamento Europeo).

La legitimidad de Israel tiene dos fuentes de origen.

Primero, la del Derecho Intermacional, pues Israel nace como consecuencia de una decisión tomada en una histórica votación de la (casi recién inaugurada) Asamblea General de las Naciones Unidas, el 29 de noviembre de 1947. La decisión fue dividir el antiguo mandato británico de Palestina en dos Estados, uno para los judíos y otro para los musulmanes (grosso modo, la población estaba mezclada). Puede discutirse si fue una buena decisión política, pues los Estados árabes se negaron en bloque a aceptar la división de lo que consideraban tierra árabe, y lanzaron inmediatamente un ataque contra el nuevo Estado, que ganó aquella primera guerra (dando inicio al éxodo de los palestinos musulmanes). El caso es que Israel es tan legítimo como Francia o Arabia Saudita, desde el punto de vista jurídico.

La segunda es una fuente excepcional porque es más ética que política, y es el Holocausto o Shoah. No cabe ninguna duda de que el asesinato planificado de seis millones de judíos europeos a manos de los nazis fue el mejor apoyo y demostración que nunca había recibido la tesis sionista de que los judíos no podían esperar que sus derechos se respetaran si no contaban con su propio Estado, llamado en la entreguerra el "Hogar Nacional Judío", término de la Declaración de 1917 del ministro británico Lord Balfour donde prometía a los judíos instalados en Palestina un Estado propio. Los sionistas eran, en efecto, nacionalistas, y como todos los demás de esa ideología pensaban que los judíos eran una nación con derecho a su propio Estado (preferentemente, en la tierra bíblica de los antiguos reinos de Israel y Judá).

Soy de los que piensan que los "derechos históricos" no tienen ninguna fuerza como principio democrático. La reclamación de un Estado propio basándose en la existencia de antiguos reinos judíos en el territorio luego llamado de Palestina es de ese tipo. Pero es evidente que el Holocausto y la emigración masiva de judíos supervivientes al futuro Israel cambió por completo las cosas. Los nazis convirtieron a los judíos en nación incontestable, y no solo ellos, sino los colaboradores incluso voluntarios que encontraron entre los antisemitas fanáticos de otros países europeos, especialmente en el Este, en Polonia y Ucrania, donde incluso hubo pueblos que se adelantaron a los nazis asesinandos a sus judíos en progromos voluntarios anticipados.

El único país ocupado por los nazis que se movilizó masivamente para salvar a sus judíos fue Dinamarca, el resto se mantuvo pasivo o colaboracionista (aparte, por supuesto, de la ayuda y solidaridad de determinadas personas abnegadas en todos los países europeos, incluso entre alemanes antes simpatizantes de los nazis, como relata la magnífica "La lista de Schindler"). En defintiva, todo este horror incalificable convenció a los judíos de que su futuro, incluso su mera supervivencia, dependían de un Estado propio. Desde 1947, la política de ese Estado ha sido expansiva, en efecto. Primero para asegurarse unas fronteras defendibles, después por el impulso nacionalista de "recuperar" las tierras de Cisjordania que consideran parte del Israel bíblico, al que los nacionalistas y ortodoxos no renuncian.

Ahora bien, y esto es importante: a pesar de los abusos de sus Gobiernos, Israel es el único verdadero Estado democrático de la región. Una anécdota personal puede testificarlo: la embajada de Palestina en España me envía a diario, como a miles de personas, una amable revista de prensa que a menudo consiste en artículos de opinión o reportajes muy críticos con la política del Gobierno israelí. Pues bien, la mayoría de las veces esas noticias propalestinas son... de diarios israelís, particularmente de Haaretz. Algo similar es inconcebible en los Estados árabes vecinos. Eso no autoriza a Israel, como Estado, a vulnerar los Derechos Humanos de los palestinos de Gaza. Al revés, le obliga a respetar los Derechos Humanos en los territorios que pueda ocupar militarmente, como en la incursión de Gaza. No hacerlo es una vergüenza para Israel y algo que tiene un elevado costo para su legitimación, como demuestra sin ir más lejos esta pregunta que respondo.

La solución no está en negar la legitimidad de Israel, algo que también ayuda al crecimiento del nacionalismo fundamentalista allí. Está en que se cumplan los Derechos Humanos en Gaza, y demás territorios ocupados o no ocupados pero no soberanos (una forma perversa, en mi opinión, de mantener la ocupación sin hacerse responsable de la misma), en primer lugar. Y en segundo lugar, en que exista un Estado palestino reconocido por Israel, y que reconozca a Israel. No hace falta que sean Estados fraternales, basta con que se reconozcan y se garanticen la seguridad mutua. Eso también implica que los palestinos deben abandonar cualquier agresión contra Israel, sea el lanzamiento de cohetes y, más aún, la exigencia de destrucción de Israel, una barbaridad que solo desataría un segundo Holocausto. Algo impensable que, sencillamente, no podemos ni debemos permitirnos como humanidad: Israel debe vivir, es un imperativo tanto político como moral.