Debemos ayudar a Grecia a seguir en el euro y profundizar la Unión Europea
Buenas tardes, Chema
Sin duda la crisis de Grecia es la más seria a la que se está enfrentando el euro, la Unión Europea y el propio país. Es una crisis anunciada, pero eso no la hace menos grave. Y por cierto, su origen es más político que económico, aunque algunos se empeñen con muy poco realismo en reducirla a cuestiones contables. Lo que está sobre la mesa no es cómo pagará Grecia todos sus rescates, pues ya nadie duda de que habrá más quitas o reestructuración y que se acabará cobrando lo que se pueda. Grecia acabará devolviendo bastante menos de lo que recibió en préstamo, porque no podrá pagarlo todo debido a su debilidad económica (el PIB griego es 30.000 ME mayor que el de la comunidad de Madrid con casi el doble de población). Lo que importa es el precio que pagaremos en términos políticos y sociales. Gratis no va a salirnos en ningún caso. Es decir, se trata de si la UE y Grecia saldrán mejor de esta prueba, o si la UE y el euro quedarán debilitados y arrojados a un futuro incierto e inestable, que es algo que no se puede descartar.
Pagando pecados no reconocidos
Grecia no debería haber entrado en el euro como lo hizo, trucando su contabilidad nacional con la ayuda de Goldman Sachs (uno de los responsables de la crisis financiera mundial de 2008). Lo cierto es que la culpa no fue solo de Grecia y de sus dos partidos turnantes, PASOK y ND, sino de los países europeos que miraron a otro lado y, por razones de prestigio y objetivos geopolíticos, quisieron admitir en el euro a un país que ni siquiera tenía, como ahora se le reprocha con mucha injusticia porque era conocido entonces, un sistema de Hacienda en condiciones y con elevada corrupción, economía basada en las subvenciones (clientelismo), elevadísimo fraude y elusión fiscal legal, etc.
Por otra parte, la gobernanza del euro ya demostró ser mala durante la crisis anterior. No hay una verdadera autoridad bancaria, porque el BCE no era en realidad un banco estatal al estilo de la Reserva Federal americana capaz de hacer lo necesario para proteger al dólar, sino una institución diseñada para garantizar el valor del euro, moneda común de economías tan heterogéneas como la griega y la alemana. Y no solo en tamaño, sino en competitividad, empresas, composición etc. Luego hubo que ampliar las competencias del BCE, tras un debate interminable, para que pudiera hacer cosas como comprar la deuda soberana y privada que hiciera falta para mantener el sistema bancario y financiero europeo, y con él, el euro. Esa compra de deuda sirvió, por ejemplo, para salvar a la banca española tras el rescate de 70.000 M€ de la Troika.
Pero para Grecia ya era tarde: dos rescates sucesivos no han servido para resolver los problemas de fondo. Además de los domésticos, el principal es su difícil encaje en una moneda que responde a los intereses de las grandes economías europeas, y que ha se ha convertido en la segunda moneda de reserva internacional tras el dólar. Por eso, aunque los problemas de Grecia puedan parecer económicamente secundarios, no solo Europa sino USA y China tienen el mayor interés en que Grecia siga en el euro, porque su salida podría desestabilizar esta moneda y abocar a una segunda crisis financiera internacional. Rusia en cambio, con una economía decadente, no lo ve mal por razones antagónicas. Es un problema geopolítico de primera.
Entre tanto, en Grecia se han ido complicando sus propios problemas de orden social. Es un país fuertemente dependiente del turismo y de la inversión pública, es decir del Estado. Las pensiones, subvenciones y salarios de los funcionarios son esenciales para la vida de muchas personas, más que las empresas privadas. Y para mantener esa máquina engrasada con pocos ingresos fiscales, el gobierno griego lleva muchos años recurriendo a fondos europeos y al endeudamiento. El problema llegó cunando el grifo del crédito se cerró (como le pasó a España y otros países) y el gobierno griego no encontraba quien le prestara, ni podía devaluar su moneda porque no controlaba el BCE. La solución para no traspasar los límites de déficit público exigidos por el euro (como en España) fueron los recortes de gasto público, y eso llevó a la pobreza a muchos pensionistas, al despido y bajada salarial de funcionarios, al cierre de empresas públicas, al copago sanitario, etc. Y por tanto a un enorme malestar social.
La primera consecuencia política fue el desmoronamiento de los viejos y corruptos partidos clientelares helenos que se alternaban en el poder -¿nos suena?-, sobre todo del PASOK, sustituido por la izquierda populista de Syriza. No olvidemos tampoco el auge de partidos ultranacionalistas como Amanecer Dorado, considerado neonazi. El nacionalismo heleno es un elemento muy importante de su juego político, y más ahora que buena parte del país se considera humillado por Europa y en concreto por Alemania. Se ha visto con rotundidad en el referéndum del pasado domingo, con el gran éxito de un NO que más parece “no” a la humillación nacional y a la injusticia social que a la negociación con la troika para seguir en el euro. Aunque la consecuencia de ese “no” en un referéndum populista desafortunado -con pregunta confusa, sin consecuencias conocidas, sin debate informado- pueda ser salir del euro.
Guatemala y Guatepeor
Por mi parte, creo que Syriza, como buena amalgama populista, juega a obtener objetivos diferentes que resolver el encaje de Grecia en el euro o buscar una alternativa realista.
Quede claro que para Grecia es malo seguir en el euro, por los nuevos recortes de gasto que exigirán los acreedores para obtener al menos parte de lo prestado, y seguramente peor volver al dracma, porque la devaluación del cambio euro-dracma dejaría a la gente corriente sin ahorros (consecuencia de los corralitos) y a los pensionistas y funcionarios con el 50% o menos de sus ingresos reales. No olvidemos que Grecia debe importar casi todo. Resumiendo, Grecia está entre guatemala y guatepeor, como decimos coloquialmente. Y creo que a Syriza no le desagrada esta situación si sirve para afianzar su poder político presentándose como el partido griego por excelencia, dividiendo a la sociedad y estigmatizando como malos griegos a los que propongan otras alternativas. La alternativa de Syriza parece dar por hecho que la UE cederá a cambio de la preciosa estabilidad del euro, pero es una apuesta arriesgada. Los partidos del norte de Europa también deben ganar sus elecciones locales, y lo de "regalar" más dinero a una Grecia que además utiliza un lenguaje tan descalificador como el del dimitido Varoufakis (llamar terrorismo a la negociación) puede ser una manera de perder las elecciones alemanas u holandesas y facilitar el auge de euroescepticismo. No olvidemos que toda la ultraderecha europea ha saludado el referéndum griego porque saben que debilita a Europa como proyecto político.
¿Qué hacer?
Lo sensato es procurar que Grecia siga en el euro ofreciéndole condiciones asumibles -prolongando el plazo de devolución del rescate, reduciendo intereses, con programas de ayuda social, etc.-, pero sobre todo transformando de una vez el euro en una moneda que no sea una trampa dorada para los países más débiles de la unión monetaria, como también lo somos nosotros.
Pero para que el euro sea una moneda de confianza como el dólar, Europa también debe superar la fase de club de gobiernos de Estados cada vez más egoístas para avanzar hacia un diseño federal novedoso. Ahora estamos en tierra de nadie: los países europeos han perdido la soberanía monetaria relativa que antes tenían, y ya no pueden devaluar para mejorar la competitividad, atraer turistas e inversiones o encarecer las importaciones. Pero tampoco somos partes de una Unión Federal Europea comparable a Estados Unidos, con autoridad monetaria sometida a los poderes políticos y obligada a rendir cuentas a instituciones representativas.
Una verdadera moneda europea que no esté en crisis cada ocho años necesita un Gobierno Europeo, un Presupuesto Europeo que transfiera recursos de los países más ricos a los más necesitados, una fiscalidad común de verdad, etc. Todo eso está ahora muy lejos. La incógnita es si la crisis griega servirá para desastacar este bloqueo, que es lo deseable, y avanzar en la integración europea, o si el sistema del euro acabará derribado como un castillo de naipes ambicioso, pero sin base. La tentación de expulsar a Grecia por sus problemas es una mala idea: mañana puede ser cualquier otro país el que tenga problemas para cumplir, comenzando por España que, pese a la euforia del PP, tampoco ha aprovechado la crisis para reformar un Estado derrochador, una fiscalidad deficiente con mucho fraude y evasión, y una corrupción generalizada. Como nuestros hipócritas responsables critican a Grecia. Los griegos son responsables de todo esto pero sus socios también. Somos interdependientes y todos nos necesitamos, además de razones culturales que no podemos desdeñar como el significado de Grecia para Europa.
Partekatu
Seguramente para cuando responda esta pregunta los griegos ya hayan decidido su futuro en las urnas. ¿Cómo es posible que la Unión Europea no tenga en cuenta la inviabilidad de la deuda griega? ¿Cómo es posible que aquellos que mintieron sobre la situación económica griega cuando entraron en la UE, ahora están a favor de las condiciones de la troika? Todo esto se me hace increible, la verdad. Más aun cuando oigo a Rajoy decir sandeces. Por que lo que no dice Rajoy, ¡es que la deuda española también es imposible de pagar! Me encantaría saber su opinión.
Batu zaitez Osoigora