Hola Guille,

estamos de acuerdo en que los ciudadanos debemos decidir qué modelo de Estado queremos, incluyendo la forma de su Jefatura, es decir, si queremos una monarquía o una república. Así que estamos completamente de acuerdo en que esa cuestión se debata con tranquilidad e información suficiente, y sea sometida a votación de un modo inequívoco.

Eso sí, pienso que no debe hacerse una votación separada sobre esta cuestión, sino que debe formar parte de un gran debate y votación de reforma constitucional.

En primer lugar porque es una cuestión constitucional muy relevante, y por tanto no puede separarse de la reforma de la Constitución. En segundo lugar, porque me parece que hay cierto fetichismo en convertir la elección entre monarquía y república en la más importante de la agenda pública.

Como ya he dicho otras veces, no me parece tan importante ni muchísimo menos. Aunque creo que la república es más coherente con los principios generales de la democracia, porque la monarquía parlamentaria es una excepción al principio de que todos los cargos representativos sean electivos, sin embargo está más que demostrado empìricamante que ni la monarquía ni la república en sí mismas garantizan nada.

Hay, como hemos dicho, monarquías que son democracias avanzadas, ejemplares en muchos campos: Suecia, Dinamarca, Noruega, Gran Bretaña, incluso la misma España en algunas cosas (como la igualdad jurídica de los gays, por ejemplo). Y hay muchas repúblicas de mucha menor calidad democrática, e incluso algunas que parecen monarquías disfrazadas (como la Rusia de Putin). Ciertamente, también hay monarquías muy deficientes o nada democráticas, como Arabia Saudí o los Emiratos. Esto simplemente demuestra lo que decía: la forma monárquica o republicana no garantiza nada. El esfuerzo por mejorar la democracia va de abajo a arriba, no al al revés, como parecen pretender los que reducen el debate a elegir monarquía o república como bálsamo de fierabrás. Convertirnos en república no va a solucionar los problemas de fondo, en absoluto, porque son problemas indiferentes a la Jefatura del Estado: económicos, sociales, financieros, educativos, institucionales... La última vez que se adoptó esa pretensión de resolverlo todo cambiando la Jefatura del Estado fue el 14 de abril de 1931, y no puede decirse que el resultado fuera brillante.

Para acabar: discutamos si queremos ser una monarquía o una república, pero como parte de un nuevo diseño constitucional que incluya cosas más vitales: el modelo terrtorial del Estado, exigencias de transparencia y dación de cuentas de los poderes públicos, participación ciudadana, transparencia y prevención de la corrupción, separación de poderes con independencia de la justicia, y otras reformas esenciales. Pensemos qué Constitución queremos, debatámosla en una legislatura para la reforma constitucional, no sólo los diputados sino el conjunto de la sociedad, hagamos consultas, aprobemos un borrador y sometámosla a referéndum, votando una Constitución reformada que opte por mantener por la monarquía o por instaurar una república (que habrá que pensar también cómo debería ser: ¿presidencialista o representativa?

Esta es la reforma realmente trascendental, la del conjunto del sistema democrático. Temo que quede eclipsado por una insistencia poco racional y contraria a la evidencia a tener que elegir entre un rey o un presidente como solución mágica para todo tipo de problemas.

Respecto a qué votaremos en la moción de Izquierda Plural, antes de decidirlo les escucharemos con mucho interés, y solo entonces decidiremos el voto. Un cordial saludo.