El mayor de mis amores va a cumplir dentro de poco 7 años. Que rápido pasa el tiempo, y que de cosas seguimos aprendido, para que esa preciosa sonrisa que nos cautiva nunca se pierda porque él sea feliz. 

Diego, tiene diagnostico TEA, con unas necesidades muy concretas que trabajamos en casa, y en terapias privadas hasta donde nos permite llegar la economía familiar. Sin embargo, sus dificultades no son cubiertas durante la jornada escolar porque su centro, como muchos otros, no cuenta con los apoyos, conocimientos ni recursos necesarios para poder ayudarle a sacar el máximo provecho a su esfuerzo, mejorando así su autonomía y su inclusión en el grupo.  

Es decir, que él, al sentir que no avanza, que no se siente integrando, genera tal grado de frustración que le acaba dañando emocionalmente y lo expresa a través del enfado cuando está en casa, en su refugio, con temporadas en las que no le hemos llegado ver sonreír por lo mal que se encontraba. Y sabemos, que para evitar este malestar, la mejor opción es que nuestro hijo acuda a un centro de Necesidades Especiales (NNEE) para el que actualmente no existen plazas, y principal motivo por el que lanzo esta petición. 

¿Cuándo se dará cuenta el sistema educativo de que la inversión en colegios de NNEE no es un gasto sino una inversión a futuro? Los niños de ahora se convertirán en adultos, y todo lo que consigan evolucionar en su infancia, será una necesidad menos que cubrir por parte del sistema. Porque no solo hablamos de educación, sino también de autoestima, de salud mental, y de que tengan las mismas oportunidades en el ámbito educativo sin menospreciar la diversidad, de la que tantos valores se pueden aprender. 

Si la Educación insiste en ampararse en la importancia de usar los colegios ordinarios como medio de inclusión, que lo hagan, pero dotándoles de los mismos recursos que se pueden encontrar en un centro especial: 2 tutores por cada 5 niños, además de psicopedagogía, logopedas, psicólogos… con los conocimientos necesarios para mejorar su autonomía en cada circunstancia, y en un entorno tranquilo sin sobrecargas sensoriales en el que el ruido de los gritos, sillas y alarmas, son tenidos en cuenta para no dañarles. ¿Es posible llevar estar condiciones en las aulas de un centro ordinario? Pues hasta que no se consiga, Diego necesita una plaza urgentemente en un colegio especial por él y para nuestra tranquilidad.

Y no queremos que se dé la sensación de que las familias culpamos a docentes y equipo directivo de la atención a nuestros hijos, porque sabemos que la principal responsabilidad es de la administración, y los profesores llegan muchas veces hasta donde pueden con lo que tienen, aunque eso no nos sirva de justificación. 

Por eso necesitamos dar mayor visibilidad a esta realidad educativa, en la que también prima y mucho la salud mental. Diego ahora es feliz, pero le conocemos, y sabemos que no está sacando el mayor provecho de esta etapa a nivel curricular y de autonomía, porque la carga sensorial en la que se desenvuelve, el sobre estímulo que recibe, le llega a estresar y que eso es imposible de controlar en un centro ordinario. 

Escúchenos, hay niños maravillosos no verbales, que necesitan de ayuda para asearse, vestirse, comer o desplazarse por los diferentes espacios de la escuela, y a los que hay que dar las mismas oportunidades para ser ciudadanos independientes. Comiencen por conocer su constante lucha, y denles los apoyos necesarios para conseguirlo. Ya sea con más centros de NNEE en los que se cubran sus necesidades, o en ordinarios, con los recursos y apoyos que garanticen su acceso en el ámbito educativo en igualdad de condiciones.