Pregunta para Congreso de la República de Colombia

Soy Carolina Grimaldos, paciente oncológica. ¿Cuándo habrá hospitales cancerológicos de calidad y con todos los especialistas en cada departamento de Colombia?

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Carolina Grimaldos Pregunta de Carolina Grimaldos

Hola, me llamo Carolina Grimaldos González, tengo 32 años y vivo en Tunja. A finales de 2019 se me diagnosticó linfoma de Hodgkin, un cáncer que afecta el sistema linfático. Yo empecé a sentir un dolor muy fuerte en el pecho, tenía sudoraciones nocturnas, dolores de cabeza y un sarpullido. Además, no rendía bien en el trabajo. Para el dolor del pecho, que era el más intenso que tenía, consulté a un médico naturista, que me dijo que era una contractura muscular. Después me atacó un virus que agravó mi condición, y por eso tuve que ir al hospital. Allí me hicieron exámenes de sangre, pero la médica que me atendió nunca me dijo que podía tratarse de algún cáncer, ni siquiera cuando le dije que yo tenía en la clavícula una bolita desde hacía más o menos dos meses. Sólo me ordenó repetir los exámenes.

Pero mi instinto me decía que esa bolita era rara, así que me mandé hacer una ecografía en un médico particular, y el radiólogo que me atendió me dijo que algo andaba mal. Me ordenó una radiografía de tórax y ahí apareció todo lo que tenía: el mediastino, que es la zona del cuerpo donde está el corazón, estaba lleno tumores y los ganglios se habían inflamado. Eso era lo que me provocaba el dolor de pecho. Le mostré los resultados a una amiga que es médica y ella me recomendó ir al Instituto Cancerológico en Bogotá. No me dijo que fuera al Hospital San Rafael, el de Tunja, porque ahí no tienen los equipos necesarios para tratar el cáncer que ella estaba segura que yo tenía, pero también porque ni ahí ni en ningún hospital de Boyacá hay hematooncólogos: es increíble que no haya especialistas para todo un departamento.

Yo seguí la recomendación y fui al Cancerológico con los resultados de los exámenes, pero sin un diagnóstico, porque nadie me lo había dado. Entré por urgencias y, como estaba tan mal, me recibieron y me hospitalizaron por 10 días. Me hicieron una biopsia en el ganglio que sentía en la clavícula, otra en la médula ósea, me aliviaron de la virosis que tenía, me aplicaron antibióticos y me dieron salida. Un mes después me dijeron que tenía linfoma de Hodgkin y pasé por la primera quimioterapia. He pasado ya por 24 ciclos, pero todavía no se ha podido eliminar el cáncer. Ahora estoy a la espera de la posibilidad de un trasplante de células madre como alternativa.

En todo mi proceso he identificado varias realidades que deberían tener cambios. Una de ellas es que, al igual que en Boyacá, en la mayoría de departamentos de Colombia no hay un hospital cancerológico que preste la atención que necesita la gente. Es necesario que los haya, porque esa carencia hace que quienes necesitan tratamientos prefieran desplazarse a Bogotá al Cancerológico, cuya sección de urgencias tiene capacidad para recibir y atender a 50 personas, pero donde en muchas ocasiones hay más de 100 ahí hacinadas. La primera vez que estuve ahí, tuve que pasar, enferma, tres días con sus noches en una silla. Los médicos y enfermeros no dan abasto, pero no niegan el servicio a nadie. Hacen todo lo mejor que pueden.

Otra realidad que hay es que el acompañamiento psicológico y psiquiátrico para las personas con cáncer es muy deficiente. Si uno pide una cita, ya sea en el Cancerológico o por la EPS, se la pueden dar para dos meses después. Para entonces es muy probable que la persona ya haya decaído mucho en el aspecto emocional. No hay psicólogos suficientes, y me parece grave sobre todo en situaciones como la nuestra, que implican cambios de vida muy bruscos que no sólo afectan al paciente sino también a toda su familia. Pasamos por realidades muy difíciles y no sentimos un respaldo en ese sentido.

Y algo más: yo pude pensionarme por invalidez porque desde hacía varios años estaba trabajando y cotizaba para la pensión. Pero sé de casos de personas muy jóvenes que no han tenido tiempo de trabajar porque acaban de terminar sus carreras o se han empleado en oficios informales y que se enferman de gravedad. Entonces se convierten en una carga financiera para sus familias. Hay algunas EPS que corren con los gastos de transporte y hospedaje si el paciente debe ir a Bogotá, pero hay otras que no. Por eso creo que es necesario que haya una especie de subsidio para aliviar en algo la carga económica por la que pasan esas personas que no se pudieron jubilar y sus familias.

Quiero lanzar esta campaña para visibilizar todas estas realidades que deberían tener algún cambio, en beneficio de tantos pacientes con cáncer que hay en Colombia. Y también para pedir al Congreso de la República y a las autoridades de Salud del país que trabajen para mejorar todas estas dificultades tan específicas que yo he podido identificar. Eso se traduciría en un cambio muy positivo en la calidad de vida de personas que, como yo, seguimos tratamientos complejos. Todos podemos unirnos: si esta petición recoge 350 firmas, será presentada a los políticos para que la respondan en la página de Osoigo. ¿Me ayudas con la tuya? No toma más de un minuto. Y después de hacerlo, difunde este testimonio por WhatsApp, redes sociales y todos los medios posibles. Ayudar a que todos estos problemas sean visibles está a un clic de distancia. ¡Mil gracias!

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Pregunta dirigida a: Congreso de la República de Colombia