Pregunta para Parlamento de Andalucía

No hay información suficiente sobre la diabetes gestacional y sus consecuencias para las madres y los bebés. ¿Por qué no se tiene más empatía con las y los pacientes, se realizan seguimientos y se reducen los tiempos de espera entre pruebas?

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Chary Fernández Pregunta de Chary Fernández

Soy Chary Fernández y quiero visibilizar la importancia de que exista más información y seguimiento sobre la diabetes gestacional, que se reduzcan los tiempos de espera entre prueba y prueba y que se tenga más empatía con los pacientes. En mi primer embarazo desarrollé diabetes gestacional y posteriormente cuando di a luz y me encontraba con la lactancia, pregunté si existía la posibilidad de que siguiese teniendo diabetes. Me comentaron que mientras durase la lactancia no tenía que preocuparme y que no me iban a hacer pruebas más allá de los controles rutinarios, me hacían análisis de sangre y la glucosa salía siempre bien. Con mi segundo embarazo me hicieron la prueba del azúcar y salió bien, pero en ese momento empecé a padecer hipoglucemias reactivas, se me bajaba el azúcar a 40 o incluso una vez llegó a 20. Me hacían las pruebas del azúcar en ayunas y los niveles estaban bien, pero empecé a tener migrañas, a tener muchísimos problemas digestivos, pérdidas de visión e hipoglucemias brutales. Di a luz y me seguían diciendo que tenía el azúcar bien y que hasta que no pasara un tiempo no me iban a hacer más pruebas. 

En ese momento decidí acudir a mi seguro privado para que me siguieran haciendo pruebas y fue cuando me confirmaron que tenía una prediabetes con una resistencia a la insulina. Volví a la Seguridad Social para llevar un control y lo único que me dijeron es que fuese al endocrino y me mandaron una pauta pequeña con indicaciones. Me recomendaron no estar más de tres horas sin comer y transcurrido ese tiempo me podía comer dos galletas o pan con jamón york, yo seguí sus indicaciones pero me seguía encontrando mal y me daban hipoglucemias. Empecé a perder peso, siempre he pesado unos 49 kilos y me quedé en 44 kilos sintiéndome muy cansada, agotada y estresada. Fue cuando me dijeron que también era intolerante a la lactosa, empecé a angustiarme porque nadie me daba soluciones y no paraban de detectarme supuestas intolerancias.

Me puse en contacto con un especialista en el aparato digestivo de manera privada y me dijo que tenía intolerancia a la histamina, yo ya estaba desesperada porque no lo conocía y notaba una falta de empatía por parte de los profesionales porque es angustioso estar envuelta en un proceso eterno de pruebas y más pruebas médicas sin que terminen de dar con el problema. Durante todo este tiempo yo vivía con miedo cuando salía a la calle por si me daba en cualquier momento una bajada de azúcar.

Visité a otra doctora especializada en digestivo muy eficaz que me mandó pruebas sobre el crecimiento bacteriano y me confirmó que tenía una disbiosis intestinal de caballo y un sobre crecimiento de bacterias (SIBO), por este motivo tenía intolerancias a casi todo tipo de alimentos además de la prediabetes. Me tuve que gastar un dinero en un nutricionista especializado para hacerme pruebas que no me cubría ni el seguro médico. Trascurrido un tiempo recobré la tolerancia a la lactosa, a la frustosa y a la histamina. El problema fue que todas las pautas que me habían dado para la diabetes eran contraproducentes. Te derivan de un profesional a otro y ninguno profundiza en tu caso, hasta que tuve la suerte de encontrar a esta doctora joven que fue más allá. No era normal que con 35 años tuviera todos esos problemas de golpe, parecía tener todas las intolerancias que existen.

Yo me di cuenta de que a raíz de mi primer embarazo algo no se quedó bien, porque yo tomaba, por ejemplo, arroz o pasta y me daba mucho sueño. Si me hubiesen hecho pruebas por la Seguridad social lo hubiésemos sabido antes, pero como no hacen seguimiento todo se complica. Acabé en un espiral de gastos económicos, también afectó a mi salud mental y a la de mi familia. Todavía estoy en proceso de recuperarme del aspecto digestivo, aunque la prediabetes irá a más y en unos años terminaré con insulina. Si lo hubiese sabido desde mi primer embarazo habría podido tomar medidas mucho antes y no habría padecido una diabetes oculta durante casi seis años.

Por todos estos motivos, quiero pedir a los políticos y políticas del Parlamento de Andalucía que se comprometan trabajar en planes de actuación para que se escuche más a los y las pacientes. Todo mi proceso me generó mucho estrés porque me sentí muy perdida y dando tumbos de especialista en especialista. También quiero reivindicar que no dejen que pase tanto tiempo entre prueba y prueba porque empeoran nuestras patologías y con la pandemia ha sido mucho peor. A las embarazadas con diabetes gestacional y a sus bebés, que son más propensos a desarrollar la enfermedad, es necesario que les hagan un seguimiento.

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