Me llamo Cristina, tengo 27 años y soy mamá soltera de un niño de casi cuatro con TEA. Desde bien pequeñito, yo ya iba notando ciertas conductas que veía distintas a las de otros niños; cuando llegaba a casa del trabajo, no se alegraba, veía alguien y no le saludaba, no disfrutaba jugando o no le gustaba estar en el parque, en definitiva, no expresaba bien sus emociones. Lo consulté tato con la pediatra como en la guardería, pero me decían que, en principio, lo que observaban era normal; terminé dejándolo pasar. El tiempo pasaba y estas conductas iban a peor, sus rutinas eran intocables; por ejemplo, si hacíamos un camino de una forma, no toleraba hacerlo por otra ruta; cuando tenía un año y medio, decidí incidir de nuevo en el tema, cada cinco minutos tenía una rabieta y, justo en el preciso momento que se lo estaba comentando a la pediatra, tuvo uno de sus episodios. Finalmente, logré que le hicieran un test, pero los resultados no fueron preocupantes.

Cuando tocó la revisión de los dos años, vino la pandemia y todo se descontroló un poco, no tenía su rutina y eso es lo peor para estos niños; decidí acudir a un centro privado para que me hicieran caso.  Al poco tiempo, nos dieron el diagnóstico, tenía autismo; con ese diagnóstico acudí a la sanidad pública y ahí fue cuando nos hicieron la derivación; estaba enormemente enfadada porque su pediatra no me había hecho caso anteriormente.

Actualmente, tiene casi cuatro años y, al menos en Cataluña, le toca pasar del área infantil a la infanta juvenil; con esto quiero decir, que tenemos que continuar por el ámbito privado porque las citas que nos dan son cada 3 o 4 meses y no podemos demorarnos tanto.

Necesitamos visibilidad, entiendo que haya que esperar hasta cierta edad para tener un diagnóstico definitivo, pero puede haber medidas preventivas. Es fundamental que aceleren los procesos en la sanidad pública e incorporen más personal para atendernos, no podemos tener tanta distancia entre una cita y otra; cuanto antes se cojan los casos de TEA, con mayor antelación pueden empezar estos niños a recibir terapias y mejorar sus capacidades desde una edad más temprana, algo fundamental en su desarrollo.