Hola, me llamo Cristina y soy mamá de cuatro nenes. Cuidar de cuatro chavales al mismo tiempo no es nada fácil, ni siquiera los mejores expertos en el juego del Tetris serían capaces de encajar los horarios de todos de forma factible. La cosa, además, se complica en nuestro caso incluso un poco más.

Dos de nuestros hijos sufren TDAH. Sin embargo, el mayor es el que más atención requiere, ya que desde los tres años y medio se le diagnosticó un grado grave de este trastorno. En la actualidad mi hijo tiene ocho años y estas alturas le cuesta hacer cuentas matemáticas simples, leer…A esto hay que sumarle que también padece un trastorno de la agresividad, lo que complica aún más su situación.

Por si fuera poco, desde hace al menos cuatro años, el niño se encuentra en depresión por la atención que ha recibido en los diferentes colegios en los que ha estado matriculado: desde fuertes reprimendas de los coles concertado y privado en los que estuvo anteriormente, al último que estuvo, público, en el que le hacían unos desprecios increíbles para un niño, como, por ejemplo, no dejarle acudir a ciertas excursiones por temor a su conducta. Por cierto, de este colegio le acabaron echando.

Nosotros hemos tenido que aguantar todo tipo de situaciones por la falta de comprensión de la sociedad y, sobre todo de las instituciones, hacia nuestra situación. Desde tener que encararnos con padres y profesores para proteger a nuestro hijo de acusaciones injustas teniendo en cuenta su trastorno a vivir situaciones insólitas. 

En estos momentos hemos denunciado al centro base, ya que, tras hacer una evaluación de mi hijo, no nos han dicho más que barbaridades sin fundamento. Ahora mi hijo acude a un centro de Día a recibir allí su educación, lo que desde el centro base es considerado como algo completamente innecesario. Mi hijo tiene necesidades especiales que una educación reglada no puede suplir de forma eficiente. Se han llegado a contradecir entre ellos sobre la evaluación del niño y me han intentado convencer de que mi hijo no necesita las medicinas que toma, que le estamos drogando. Por todo ello, decidí que lo mejor que podía hacer era demandarles.

Lo que sigo sin entender es cómo pudieron echarle de un colegio público en el que tenía una plaza para niños con necesidades especiales, cómo pudieron discriminarle de la manera en la que lo han hecho y cómo han tirado su educación por la borda sólo por el hecho de que no tenían los recursos para poder darle una educación adecuada a sus necesidades. 

Pero, como padres, lo que más nos duele es como la falta de tacto en el sector educativo ha mantenido a mi hijo en una depresión continua. No han sabido valorar sus necesidades ni lo especial que es, han visto sus diferencias desde una perspectiva negativa y es mi hijo quien lo ha acabado pagando. 

Políticos de la Comunidad de Madrid, ¿No tiene mi hijo derecho a una educación acorde a sus necesidades? ¿Dónde queda entonces la inclusión?