Pregunta para Congreso de los diputados

Si tener cáncer ya es difícil de por sí, imaginaros lo complicado que es tener uno sobre el que no hay estudios. ¿Cuándo se van a destinar presupuestos dignos a la investigación para salvar vidas como la mía?

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¡Hola! 

Me llamo Cristina, tengo 20 años y con 18 me diagnosticaron un Adenocarcinoma NOS de parótida estadío IIB. NOS es la coletilla que se añade a los tipos de tumores que no están identificados. 

En Octubre de 2017 sentí un bultito bajo mi oreja derecha. Pocos días después fui al médico pero no le dieron importancia... No fue hasta junio de 2018 cuando conseguí que me hicieran una punción del tumor. Dicha punción salió benigna, por lo que tuve que esperar hasta el 1 de febrero de 2019 para que me operasen. Quizá mi miedo se debía a que mi madre acababa de superar un tumor de mama.

La operación era delicada porque mi tumor se situaba muy cerca de los nervios faciales y se me podía producir una parálisis. Por fortuna, lo único que perdí fue la sensibilidad de una de mis orejas.

Tras la operación vino la mala noticia: la punción había fallado y era un tumor maligno. Cuando llamaron a mis padres y le dijeron que tenía que ir al día siguiente de urgencia al hospital no se lo podían creer. Y yo tampoco, la verdad. 

Mi médica me confirmó lo que yo ya presentía y no pude ni llorar, estaba en shock. Recuerdo que me repitió varias veces que nunca se lo hubiese imaginado puesto que los tumores malignos de parótida aparecen en personas con una media de edad de 60 años.

Desde ese día todo pasó por Ecografías, Tacs, Resonancias, PET-Tac... Porque no quedaba claro si había afección ganglionar. Con la última prueba, el PET, vieron que la zona estaba limpia. Decidieron ponerme 35 sesiones de radioterapia. En mi caso me radiaron la garganta y la cara por lo que se me cayó el pelo en la zona de la nuca y la piel en cara y cuello, me quedé sin apenas saliva y no tenía gusto. Llegué a toser tanto por la sequedad de garganta que acababa vomitando.

Mi cáncer, al no estar estudiado, es una completa incógnita para los médicos, pues me han dicho que no saben el seguimiento hacer, por lo que de momento me realizan tacs periódicos. 

Tengo la suerte de poder decir que han pasado más de 2 años desde que esto empezó y de que sigo “curada”, con revisiones cada 5/6 meses. Todo marcha bien de momento. 

Lo más difícil ha sido ir perdiendo el miedo a una recaída (sigo en proceso, poco a poco). El miedo es libre y desde el momento en que la palabra cáncer aparece en tu vida tienes que aprender a convivir con ella porque ya nunca se va a ir.

Si tener un cáncer ya es difícil de por sí, imaginaros lo complicado que es tener uno sobre el que no hay estudios y que casi es “ir a ciegas” el seguimiento que se me hace.

Mi vivencia me ha dejado algo claro: cuando algo le pasa a muchas personas, se estudia y se investiga y, por consiguiente, los médicos saben a qué atenerse. Pero, ¿qué ocurre cuándo los médicos van a ciegas? El miedo te paraliza cuando eres consciente que tu diagnóstico es un terreno sin estudiar, una página en blanco. Y, no hace falta que yo lo exprese en voz alta, todos sabéis por dónde pasa la solución: MÁS INVESTIGACIÓN. 

Por eso quiero utilizar este canal para dirigirme, en primer lugar, a nuestros representantes políticos en el Congreso de los Diputados, para reclamar esa petición tan escuchada pero tan poco tenida en cuenta: ¿Cuándo se van a destinar presupuestos dignos a la investigación para salvar vidas como la mía?  

Y también me dirijo a vosotros, ciudadanos y personas a los que, como a mí, os ha invadido el miedo alguna vez. Tener 18 años y presenciar la llegada del cáncer a tu vida no es tarea fácil. Llega, lo inunda y lo arrasa todo a su paso. Muchos de nosotros intentamos ser muy fuertes durante todo el proceso, pero luego se te viene todo encima. Por eso, ¡pedid ayuda! Siempre que lo necesitéis. Pedir ayuda es un gesto muy valiente. 

Por vosotros y todos los demás pacientes a los que esta, mi experiencia, puedes sanarles un poco, 

Firma y apoya esta campaña.

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