Pregunta para Parlamento de Andalucía
¿Por qué los cursos sobre educación sexual son incompletos?
Mi nombre es Darío Bejarano Pérez y soy de Algeciras. Estudié psicología porque siempre me ha interesado la conducta humana y cómo nos relacionamos. La educación sexual me atrajo desde adolescente porque veía diferencias entre lo que se me imponía y cómo quería relacionarme. Cuando acabé la carrera de psicología estuve haciendo cursos de sexualidad y me interesó muchísimo porque me di cuenta de que hay cosas básicas que nos deberían haber enseñado y ni se ha hecho, ni se hace. Hay muchos problemas sexuales psicógenos que, directamente, no existirían si se hablara de ello a edades tempranas.
A partir de esto, decidí cursar el máster de sexología clínica, sexualidad y terapia de pareja para cubrir y fomentar esa necesidad de formación y para poder aportar mi granito de arena acompañando a las personas a mejorar sus dificultades sexuales y relacionales, causadas normalmente por esta falta de educación. Cuando se dan charlas en los colegios e institutos no se nos enseñan maneras de relacionarnos más éticas. La información está enfocada en el miedo: a los embarazos no deseados y las infecciones de trasmisión sexual, y esto es importantísimo, pero no es lo único. Esta falta de educación sexo-afectiva, es arrastrada a la adultez y se convierten en problemas que vemos en consulta, pero también en las redes sociales a manos de influencers con millones de seguidores que dicen y hacen barbaridades, o en los juzgados cuando ya es demasiado tarde.
Otro de los problemas es que esta escasa formación se da una vez cada cierto tiempo. No se tocan temas tan importantes como la afectividad o la comunicación, no solo en pareja, sino en cualquier tipo de relación.
La educación sexual debe incluir temas tan importantes como el placer, que siempre se deja en segundo plano o la responsabilidad afectiva. Hay que enseñar a tener relaciones sexuales y afectivas saludables, satisfactorias y, por supuesto, éticas y feministas. Mostrando, además, otros modelos de relación que no sean los hegemónicos y estén fuera de la normatividad imperante. Enseñando que cada persona debe ser libre de expresar su sexualidad sin represión.
Tengo la sensación de que en los centros educativos tienen un poco reticencia hacia este tipo de formación. Cuando se dan talleres es porque el colegio o instituto lo organiza de manera independiente y no suele ser lo habitual. No hay obligatoriedad, lo único que se les impone es dar una charla sobre enfermedades, embarazos no deseados y cómo hay que ponerse un preservativo. Es decir, lo mínimo.
Hace falta un plan autonómico que regule la educación sexual para que se imparta de forma adecuada y con toda la información necesaria para los menores.
Le pido al Parlamento Andaluz que fomente la educación sexual en los centros, a través de personas preparadas, capacitadas y formadas para ello. Los talleres deberían ser cursos más intensos, con más importancia, que no duren unas pocas horas y que aborden todos los temas realmente importantes. Queremos una educación sexo-afectiva de calidad.