Mi nombre es Elisenda y soy madre de Elsa, una guerrera de dos años que padece una cardiopatía congénita llamada Tetralogía de Fallot. Esta es una afección poco frecuente que afecta a la estructura del corazón, haciendo que este no oxigene correctamente la sangre. 

Durante el embarazo de Elsa, exactamente a los seis meses y medio, los médicos descubrieron que tenía una cardiopatía grave. Era complicado tratarlo desde la barriga, por lo que no sabían exactamente qué es lo que nos encontraríamos al nacer. 

Cuando Elsa nació, ingresó directamente a la UCI de neonatos. Pasó por una operación de cateterismo de riesgo y luego por una operación costal en el corazón para ponerle una fistula. Estuvimos en UCI un total de 23 días, y a los 6 meses le hicieron la operación correctiva.

En dos años, Elsa ha pasado por dos operaciones de cateterismo y 3 a corazón abierto. Ahora mismo se encuentra estable, pero nunca se sabe qué puede pasar en un futuro. Lo que sí sabemos es que nunca podrá realizar esfuerzo físico de alto rendimiento. 

Las personas que padecen cardiopatías no parecen estar enfermas a simple vista. La enfermedad es orgánica, y por tanto invisible, pero la persona se puede ver limitada en ciertos aspectos de su vida.

Hay muchas personas que no reciben el reconocimiento de las discapacidad por tener una cardiopatía. Presentando la documentación necesaria, y dependiendo de quiñen te atienda, la administración puede o no reconocerte la discapacidad. Después de luchar mucho, tuvimos suerte y conseguimos que le reconocieran a Elsa. Sin embargo, muchas personas con cardiopatías no lo consiguen nunca.

Considero que las personas con cardiopatías tienen también derecho a que su discapacidad sea reconocida, optando al menos a un 33% de la discapacidad. Eso facilitaría su día a día en muchos aspectos.

Por este motivo, siendo de Barcelona, me dirijo a los miembros del Parlament de Catalunya para que tengan en cuenta esta situación y concedan la discapacidad a las personas con cardiopatías.