Pregunta para Parlamento de Andalucía
Mi hijo Adrian superó un histiocitoma fibroso angiomatoide. Nos dieron el diagnóstico casi dos años después de los primeros síntomas: ¿Por qué no se destinan más recursos a fomentar, siempre, la detección temprana?
Me llamo Erika y mi hijo y yo vivimos en un pueblo cerca de Córdoba. Fue en 2017 cuando a Adrian le salió un bulto en la espalda. Se lo vi a raíz de la aparición de un moratón. Unos días antes habíamos estado en una fiesta dónde había hinchables y pensé que se habría dado un golpe jugando, pero pasaban los días y no se iba. Decidí llevar a mi hijo al pediatra, que lo mandó a la unidad de dermatología del Hospital de Pueblo Nuevo. Allí le hicieron una ecografía y tanto el radiólogo como la dermatóloga determinaron que se trataba de un quiste. Me dijeron que teníamos que esperar a que el niño, que por aquel entonces tenía ocho años, fuera mayor para quitárselo.
Después de unos cuatro meses, Adrian empezó a vomitar, a perder peso, no comía... y nos derivaron al Hospital de Pozoblanco. Allí empezaron a hacerle pruebas relacionadas con las alergias y con las intolerancias alimenticias. Todas salían negativas. También le hacían analíticas y en una de estas salió que el niño presentaba procesos inflamatorios. Fue entonces cuando los médicos presentaron la opción de que mi hijo padeciera la enfermedad de Crohn. Yo no paraba de comentar a los profesionales que Adrian tenía un bulto en la espalda, pero nadie le dio demasiada importancia.
Después de esto, nos derivaron al Hospital Reina Sofía, en Córdoba. Allí le repitieron las pruebas de las alergias y las intolerancias y aunque salieron negativas de nuevo, los médicos explicaron que podía ser que las intolerancias no aparecieran en los resultados y empezaron a hacerle pruebas quitándole alimentos de la dieta. Las analíticas salían con muy malos resultados y Adrian cada vez estaba peor. No le quedaba energía. También le hicieron otras pruebas como endoscopias o colonoscopias.
Durante todo este proceso, conté que fueron siete los médicos que le examinaron el bulto a mi hijo y nadie de estos encontró lo que tenía. Los profesionales empezaron a relacionar es estado de salud de Adrian con un tema psicológico. Cuando ya hacía casi dos años que íbamos de médico en médico, pedí cita en dermatología del Hospital Reina Sofía para que le examinaran el bulto. Fue entonces cuando la dermatóloga pidió una resonancia y a raíz de esta prueba determinó que aquello no era un quiste, sino que era un tumor maligno de tejidos blandos que medía 5 cm y que tenía dos satélites para abajo. Por suerte estaba encapsulado y pudieron quitarlo entero, así que Adrian no tuvo que seguir ningún tipo de tratamiento y ahora solo necesita revisiones oncológicas cada cuatro meses.
Por la demora que hubo en la detección del cáncer de mi hijo y por lo peligrosa que hubiera podido ser dependiendo de las características que podría haber presentado el tumor, me dirijo a los políticos del Parlamento de Andalucía, ya que son quienes me representan, para preguntarles: ¿Por qué no se destinan más recursos a fomentar una detección temprana de cualquier enfermedad a los hospitales autonómicos?