Pregunta para Congreso de los diputados
Soy Estefanía, feminista y madre de dos niñas, ¿por qué no se nos educa desde pequeñas en valores como la independencia, la libertad y la eliminación de los roles de género?
Ser mujer en la actualidad consiste básicamente en transgredir, en transgredir con las normas prestablecidas por la sociedad, que nos impone un rol casi inanimado en la historia. Precisamente en esta época en la que se están logrando una transformación nunca vista en el proceso hacia la diversidad, la pluralidad, los derechos y las libertades de los colectivos más oprimidos durante la historia de la humanidad, es ahora cuando se pone de manifiesto la discriminación que sigue existiendo hacia la mujer, incluso en las sociedades desarrolladas.
A pesar lo que parece ser un cambio de perspectiva a ojos de las grandes corporaciones, quienes son las grandes portavoces de la cultura social en la actualidad, seguimos siendo educadas en un rol secundario, débil, como personas dependientes. Sigue quedando muy presente en nuestro día a día nuestro papel de “princesa indefensa a la espera de que un caballero valeroso que la rescate”. A veces no somos conscientes, pero ¿de verdad nos planteamos cómo afecta esto a las generaciones futuras?
Estamos educando a nuestras hijas, futuras mujeres y madres, por lo tanto, futuras educadoras de las siguientes generaciones de mujeres, en la necesidad de un hombre fuerte a su lado, como fuente de protección y seguridad. Esto se traduce en que estas niñas, siendo adultas, van a generar una dependencia hacia alguna figura masculina sin ser capaces de entender que ellas son autosuficientes y fuertes, por lo que pueden cuidarse perfectamente solas. Y esto, a su vez, es el caldo de cultivo de las relaciones tóxicas, en las que esta relación de dependencia le favorece al hombre ya que ella nunca se verá lo suficientemente libre e independiente como para cortar los lazos que le atan a esa persona.
Por otro lado, la sociedad, laboralmente, también nos oprime para realizarnos en nuestro puesto de trabajo. La maternidad, la lactancia y el desarrollo profesional son elementos que, en la actualidad, no pueden ir de la mano. No existen los mecanismos ni los recursos para que las madres de lactantes, en la actualidad, puedan conciliar sus horarios de trabajo con los horarios de lactancia de sus hijos.
Resumiendo, si seguimos como hasta ahora, si las cosas no cambian, la mujer no se desprenderá nunca del rol pasivo que históricamente se le ha asignado. Esta no debe ser la lucha de grupos y colectivos contra la sociedad que los oprime, sino la lucha de la sociedad por convertirse en lo que se espera de ella. Por eso pido al Congreso de los Diputados que se eduque a las niñas y mujeres en los valores de la igualdad, libertad e independencia, así como a los niños y adultos en la eliminación de los roles de género que tanto nos limitan y, además, que se estudie realizar mejoras en la conciliación entre la maternidad, la lactancia y el desarrollo profesional.