Pregunta para Asamblea de Madrid
Soy Ester, la mamá de Aina, una pequeña con TEA a la que le ha costado mucho encontrar un colegio adaptado a sus necesidades. ¿Cuándo van a invertir más fondos en abastecer de recursos a los colegios de educación especial?
Hola, soy la mamá de Aina, una pequeña de ocho años diagnosticada de TEA (Trastorno del Espectro Autista). Todo empezó cuando a los dos años me di cuenta de que mi hija no contaba con un desarrollo como el resto de niños, no señalaba, no decía ninguna palabra, etc. Fue entonces cuando la llevé al pediatra y este nos mandó a neurología. Le hicieron pruebas y nos dijeron que tenía ocho de los diez indicadores que confirman el diagnóstico TEA, sin embargo, tenía que pasar por más especialistas para conseguir un diagnóstico oficial.
Nos trasladamos a otro hospital para pedir una segunda opinión, y fue ahí donde conseguimos el informe del diagnóstico. Aunque parece que después del diagnóstico todo se vuelve un camino de rosas, no es así. El siguiente paso era conseguir el certificado de discapacidad para optar a ayudas para las terapias. Este proceso fue horroroso y, a día de hoy, lo sigue siendo. Aina tiene casi ocho años y no habla, es totalmente dependiente y los profesionales del tribunal médico se niegan a aumentar el porcentaje de discapacidad más del 33%.
El siguiente calvario para las familias con diversidad funcional es encontrar un colegio adaptado a nuestros hijos. Cuando llegó la hora, la matriculamos en un colegio con aula TEA, donde, más tarde, nos explicaron que no tenían los recursos suficientes para atender a nuestra hija de forma apropiada. La cambiamos inmediatamente de colegio, y encontramos uno cerca de casa que disponía de aula TEA los tres años de educación infantil. Al tercer año, decidimos cambiarla a otro que disponía de este tipo de clases para todas las edades.
Para Aina, este curso escolar va a ser distinto. Va a empezar por primera vez a recibir clases en un colegio para niños con necesidades especiales. Es un colegio concertado que recibe ayudas de la Comunidad de Madrid, no obstante, estas son insuficientes. La financiación del centro también depende de la asociación de familias. Es la única opción que tenemos para que mi hija reciba la educación que necesita y tenemos que hacer un gran esfuerzo económico para conseguir las cuotas de la asociación y conseguir que el centro tenga los recursos suficientes.
Me parece muy injusto que los gastos de la educación escolar de nuestros hijos corran a cuenta de las familias, cuando deberían ser las instituciones las encargadas de priorizar la inversión de fondos en equipar a estos centros de material y de docentes capacitados y formados en educación especial. Además, a estos gastos hay que sumar los de las terapias complementarias a las que tienen que acudir nuestros pequeños. Aina acude a terapias por por la privada, ya que por la vía pública a los seis años (en el caso de Aina fue a los siete porque repitió curso) dejan de tener esa asistencia. También quiero destacar que se nota mucho la diferencia de la eficacia entre las terapias públicas y las privadas, siendo las primeras insuficientes en cuanto a calidad y tiempo.
Con todo esto, me dirijo a los políticos de la Asamblea de Madrid para pedirles que inviertan más fondos en equipar a los centros de educación especial de todos los recursos necesarios. También, hago mención a la escasez de actividades extraescolares adaptadas a las que poder llevar a nuestros hijos. Es una cuestión de prioridad que todos los niños tengan una educación digna y las mismas oportunidades que el resto de pequeños de disfrutar de actividades extraescolares públicas.