Mi nombre es Eva y he atravesado un cáncer de tiroides. Desde hace muchos años sufro de tiroides, pero me quitaron la medicación porque me dijeron que era mejor no tomar nada. Cuando me quedé embarazada no me hicieron controles ni de tiroides, ni de glucosa… 

En una de las últimas analíticas que me hice me salió la tiroides alterada, por lo que me dijeron que lo mejor era hacer un control. Me hicieron una punción pero no consiguieron sacar tejido. Lo volvieron a intentar y ya me comentaron que no tenía muy buena pinta.

Yo tuve la sensación de que estaban muy perdidos. Me dijeron que tenía cáncer sin mucho tacto. Cuando me operaron me quisieron hacer revisiones cada año, y mi madre y yo tuvimos que luchar para que me hicieran una cada seis meses. 

Además, en mi familia hay antecedentes de cáncer, por lo que tendrían que hacer mucho más trabajo de seguimiento y prevención. 

La operación fue muy bien y pudieron limpiar toda la zona. Luego empecé con las sesiones de radioyodo pero tuve que estar un mes y medio sin poder ver a mi hijo recién nacido, que es lo que peor llevé.

Creo que es fundamental que se inviertan muchos más recursos públicos para la investigación del cáncer. Además, en el cáncer de tiroides se deberían investigar otro tipo de tratamientos. Es verdad que el yodo no es tan agresivo como la quimio, pero hay que estar en aislamiento total y se hace cuesta arriba.

Me gustaría que la Asamblea de Madrid se hiciera eco de estas peticiones.