Pregunta para Congreso de los diputados

Me llamo Eva, soy sexóloga y estuve enferma del Síndrome de Fatiga Crónica. ¿Por qué no se contempla la sexualidad como parte del tratamiento y proceso de recuperación en la enfermedad crónica al igual que la rehabilitación o la nutrición?

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Eva Prudencio Pregunta de Eva Prudencio

Hola. Me llamo Eva, soy sexóloga, profesora y terapeuta sexual. Actualmente estoy terminando el Grado de Psicología. En este momento, diría que estoy recuperada del Síndrome de Fatiga Crónica en un 80% - 90%, ya que en contadas ocasiones tengo “mini brotes” de fatiga que gestiono gracias a la escucha corporal que he desarrollado durante toda la enfermedad. 

Mi primer brote lo tuve con 18 años a raíz de la mononucleosis, una infección causada por el virus de Epstein-Barr. A partir del cual enfermé del Síndrome de Fatiga Crónica, una enfermedad que afecta a muchas áreas de nuestra vida y que a mí me dejó en cama durante casi dos años. 

En ese momento, no existían asociaciones especializadas en SFC ni tampoco había ningún tipo de difusión o visibilidad por parte de los medios de comunicación. De hecho, ni siquiera los médicos sabían lo que me pasaba. Fui pasando de médico en médico, hasta que a los 4 años me diagnosticaron la enfermedad y comencé a recuperarme con un tratamiento específico adaptado a mí. 

Cuando empecé a mejorar, me formé para poder ayudar a personas como yo y contribuir a mejorar su calidad de vida, trabajando con la escucha corporal y las sensaciones placenteras. 

Me he especializado en el Sistema Nervioso Autónomo aplicado a la práctica clínica, Relajación Profunda y la Sexualidad en la Enfermedad Crónica. 

Hace unos meses realicé una encuesta a más de 200 personas con enfermedades crónicas y el 80% considera que la sexualidad tendría que formar parte de su tratamiento de recuperación, como seres sexuales que somos. 

Sin embargo, igual que durante la enfermedad se adapta la nutrición de la persona o la actividad física, también es importante adaptar la sexualidad a la nueva situación. 

La sexualidad adaptada a la enfermedad tiene un efecto regulador en el sistema nervioso, ya que el placer actúa como analgésico del dolor en el organismo, ayudando a la persona a regularse y conectar con las sensaciones agradables de su cuerpo. 

Todo lo que mejore o disminuya el dolor y el cansancio en estas enfermedades, contribuye a mejorar la calidad de vida de las personas. Y, ¿qué mejor forma que a través de su sexualidad? 

Por eso, como sexóloga, hago una petición a los Diputados del Congreso para que introduzcan la sexualidad como parte del tratamiento en las enfermedades crónicas, como parte esencial de su recuperación, igual que lo puede ser la nutrición, el deporte o los medicamentos. 

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