Me llamo Fatu, soy de Barcelona y soy bailarina. Me muevo mucho en transporte público, y la verdad es que muchas veces me he sentido incomodada e incluso violentada por miradas o comentarios. En mi caso, el acoso que he sufrido es doble: por razones de género, al ser mujer, y por razones étnicas, al ser negra.

Una experiencia en concreto que tuve y que me sigue afectando es un acoso que sufrí en el metro. Fue por parte de un chico que no conocía absolutamente de nada y que me seguía a todas partes. Tuve que poner denuncia hasta cuatro veces, porque me decían que no tenía suficientes pruebas.

Al final terminó en orden de alejamiento, pero el acoso se ha perpetuado en las redes, haciendo comentarios machistas, pero sobre todo racistas. Lamentablemente, no puedo hacer nada para frenar el ciberacoso que estoy recibiendo. Si ya me pusieron obstáculos cuando el acoso era presencial, más difícil será si se hace de forma virtual.

En general, veo que la violencia la sufrimos las mujeres a diario, porque el acoso también es violencia, queda en un segundo plano. Nos sentimos incomprendidas cuando vamos a denunciar, y desamparadas al ver que no se puede hacer nada para dejar de sufrirlo, y al ver que los acosadores quedan impunes.

Ante esto, quiero dirigirme a los miembros del Parlament de Catalunya, ya que soy de Catalunya y son mis representantes en dicha cámara, para que las autoridades, tanto la seguridad del transporte público, como la policía y el personal judicial, trabajen desde una perspectiva de género, y así abordar mejor los casos de acoso callejero.

Cuando he puesto una denuncia, siempre me ha atendido un hombre y casi siempre me he sentido incomprendida e incluso juzgada, como si yo hubiera hecho algo mal para recibir ese acoso. Seguramente, si me hubiera atendido una mujer, me habría atendido de otra forma. Con esto quiero remarcar que, con una perspectiva de género, se puede trabajar más desde la empatía y escuchando a la mitad de la población, que estamos sufriendo este tipo de violencia cada día.