Pregunta para Parlamento de Catalunya

¡La vinculación entre los traumas infantiles y el desarrollo de problemas de salud existe!. ¿Por qué la sanidad no proporciona apoyo psicológico desde el primer momento? Las posibilidades de desarrollar una enfermedad a futuro aumentan en un 80%

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Francesca Rauchi Pregunta de Francesca Rauchi

Cuando me diagnosticaron Esclerosis Múltiple (en el 2012), sabía perfectamente por qué me había enfermado y además había vivido con este miedo durante muchos años. Muchos años en lo que me resistía a enfrentarme a un trauma infantil, negando mi malestar a través de la desconexión de mi cuerpo.

A los cinco años experimenté el primero de una serie de abusos sexuales que se repitieron hasta los doce. Los adultos de mi alrededor no podían entender, ni siquiera imaginar, lo que me estaba pasando. Durante casi veinte años no pude hablar de ello públicamente y de niña nunca tuve el coraje. Temía que los miembros de mi familia se pelearan entre ellos y perdiera el amor y la estabilidad que, en la infancia, unx necesita sentir para sobrevivir. 

El abusador no era un desconocido, formaba parte de la familia, y nadie te enseña a defenderte de un agresor al que amas y en quien confías. Vives una infancia y adolescencia sintiéndote aislada del mundo, pensando que no hay nadie que entienda tu sufrimiento.

Ahora, a los 40, me sorprende cuántas personas conozco que lidian con secuelas de abuso y maltrato (que muchas veces van de la mano) y cómo no perdona a ningún tipo de familia. Al mismo tiempo, aunque hoy se habla más en pequeños medios o en redes de estos fenómenos, siento que no tenemos suficientemente integradas en nuestra sociedad las herramientas disponibles para abordar estos casos y, sobre todo, su aspecto sistémico. 

Es por ello que lanzo esta petición, para visibilizar la necesidad de intervención psicológica desde la primera sospecha de que un menor, o un adolescente, está sufriendo un trauma en su infancia. Ya no solo en referencia al abuso sexual, sino cualquier trauma que se considere como el bullying, una pérdida, la pobreza, la guerra… todo aquello que cause un gran impacto en la salud emocional, y que haya que aprender a gestionar, para evitar que a futuro el dolor se convierta en enfermedad. 

Es así como el cuerpo fisiológico convive con el emocional. Mis emociones, mis pensamientos, son un conjunto de hormonas que afectan a mi estado de salud. Y esta es una cuestión avalada por numerosos estudios científicos, por ello los traumas infantiles deberían ser tratados como un problema de salud pública, con sus protocolos de actuación, con mayores recursos humanos. Asimismo, no puede ser que la seguridad social no proporcione un mínimo acompañamiento psicológico a un paciente, cuando este recibe el diagnóstico de una enfermedad. 

En mi caso, la Esclerosis Múltiple, hizo que me diese cuenta de que la mayoría de los problemas que tenía, tanto a nivel emocional como corporal, eran consecuencia de este trauma de abuso infantil en la infancia  (ansiedad, depresión, baja autoestima, abuso de sustancias…); además, este hecho, había aumentado de un 80% mi probabilidad de desarrollar una enfermedad autoinmune. En ese momento me pregunté cómo había sido posible que me tomara tanto tiempo descubrir esta conexión y asumir la gravedad de lo que había vivido y esta falsa pregunta se volvió un látigo con el que me machaqué mucho tiempo. 

Afortunadamente, hoy ya van siendo muchos los que han estudiado el trauma infantil y su conexión con la salud de los adultos (Natalie Burke, Bessel Van der Kolk, Mireia Darder, Mario Salvador, Gabor Mate son algunos de mis referentes en el tema). 

Yo, después de varios años de trabajo terapéutico, hice las paces con lo que me pasó.No me di cuenta de que este tipo de experiencias te acompañan a lo largo de tu vida, que nunca tienen una «solución» y que no lidiar con ellas solo empeora la situación.

Sé que en su momento me hubiese gustado escuchar de alguien: “Esto que te ha pasado es tan importante, que ha afectado a tú salud física y mental”. Ahora reconozco esa persona en mí, participando en grupos terapéuticos con personas que han sufrido Abuso Sexual Infantil, escuchando sus historias, empatizando y acompañando sus emociones, para que sepan que ellxs no están solos y que el inconsciente con trabajo, se puede sanar.   

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