La historia que me trae hoy aquí comenzó hará ya unos ochos años, allá por el 2012. Estaba en el momento álgido de mi carrera como bailarina: había organizado mi primer festival de danza internacional y había conseguido reunir a profesionales del mundillo de todas partes del mundo.

A raíz del festival participé en una sesión de fotos, donde me maquillaron expresamente para dicha sesión. Poco después me salió un orzuelo en el ojo, que achaqué a que alguna de las brochas que utilizaron conmigo podía haber estado contaminada. No le di más importancia hasta que, una semana después, volvió a sucederme lo mismo y, al poco tiempo los orzuelos se comenzaron a reproducir sin control. 

Tras acudir al oftalmólogo, el doctor Folch me diagnosticó de blefaritis, queratitis y úlceras en la córnea, pudiendo acabar estas dos últimas en una pérdida de visión. Yo sentía mucho dolor, debido a que la inflamación que sufría en la córnea provocaba que cualquier luz que mis ojos recibieran me hiciera daño. Incluso comprándome unas gafas específicas para la nieve, me era imposible llevar a cabo mi día a día. 

Además, veía como los ingresos mensuales bajaban por no poder ejercer mi trabajo y que me había convertido en una persona que dependía prácticamente en todo momento de alguien… Me hundí. Hubo cierto punto en mi vida en el que pensé en desaparecer. Magnificaba las situaciones, no relativizaba, me culpaba por todo y me sentía una carga para mi marido. 

Poco a poco me conseguí convencer de que quitarme del medio era escoger la vía fácil y que tenía que luchar por salir adelante con mi situación, adaptarme y volver a ver todas las cosas que la vida tenía que ofrecerme. Todo este camino fue un proceso de autocuración en el que contaba únicamente con mi marido, el único al que le confié todo lo que sentía y cómo lo estaba pasando realmente.

Con esto quiero decir, políticos del Congreso de los Diputados, que, los enfermos, necesitamos, por parte del gobierno, un poquito más de apoyo, en muchos sentidos. Necesitamos un mayor apoyo psicológico para poder asumir las nuevas circunstancias derivadas de la enfermedad que se nos ha diagnosticado.

Además, se deberían introducir tratamientos alternativos, como la medicina natural o la holística dentro de cualquier tratamiento. Y, sobre todo, es necesario concienciar de los beneficios de una buena nutrición, en paralelo al tratamiento, para afrontar mejor los síntomas de la enfermedad.