La saga Leizaola que conocí tan bien en Caracas está desapareciendo. Y lo digo por el fallecimiento de Joseba Leizaola, a quien vi por última vez en la comida que tuve en Donosti con veteranos de Gipuzkoa. Se fue antes del almuerzo y cuando recientemente me dijeron que estaba enfermo pasé el dato a quienes le han conocido para que fueran a visitarle al hospital. Joseba era una referencia en el mundo nacionalista pues siempre había estado comprometido con la causa.

Hijo de Don Ricardo Leizaola, editor e impresor, y de Doña María del Coro Loidi recalaron como muchos en Venezuela donde toda su familia, Xabier, Itziar, Maite, Karmele, Paul, Jon, Ana Belén, eran parte de la vida del Centro Vasco de Caracas. Xabier, el mayor, fue presidente del Consejo de Administración de DEIA y alma mater de la Radio Euskadi clandestina que funcionaba en aquel país.

Fue presidente de Euzko Gaztedi de Caracas, ingeniero graduado en Canadá, miembro del Gipuzko Buru Batzar y del Euzkadi Buru Batzar, parlamentario por Gipuzkoa y presidente del Parlamento Vasco.

Una personalidad sólida a la que no le gustaban los focos ni hablar en público, pero no se puede conocer la historia del PNV en Gipuzkoa y en Euskadi de los años de clandestinidad y de apertura sin la pareja política formada por Gerardo Bujanda y Joseba Leizaola en aquellos años tan duros.

La película que siempre sale del Aberri Eguna de Iruña la sacó él desde la ventana de una casa de la Plaza del Castillo. Su aita, Don Ricardo, era también muy aficionado al cine y referente del mundo editorial.

Hace tiempo pregunté por él y me dijeron que Joseba tenía en Getaria una txalupa con la que le gustaba perderse en alta mar.

Vino de muy joven de Caracas a dar una vuelta por Euskadi y contactar con familiares, se enamoró perdidamente de su Maribi y jamás volvió a Caracas. Cuando ésta falleció, Joseba sufrió su ausencia de manera muy notable, ya que estaban muy unidos. Esto se le unió al fallecimiento de uno de sus hijos en Iruña, pero siempre fue arropado por su numerosa familia.

Recuerdo de él su intervención en el Parlamento Vasco cuando éste funcionaba en la Diputación de Araba hablando sobre el informe de la central nuclear de Harrisburg, tema controvertido en aquellos años de Lemoniz.

Hombre comprometido con el diálogo y la paz, mostró siempre su apoyo a cualquier acto que tuviera como fin consolidar la normalización de Euskadi. Era un clásico en todos los actos del Partido y cuando dejó de estar presente en ellos, por ejemplo en el último Alderdi Eguna, era porque su salud estaba quebrantada.

Vi a su hermana Itziar hace poco, quien me comentó que estaba preocupada por la salud de su hermano. Sobrino del lehendakari Leizaola, era de pocas palabras, aunque le gustara la discusión y el contraste de pareceres. Tenía casi el mismo carácter aparentemente frío de su tío, pero era muy sentimental y un abertzale consecuente.

GB Joseba.